Para un atleta de primer nivel resulta difícil aceptar el declive, reconocer que las facultades van mermando y que la hora de decir adiós se acerca.
Un segmento importante de la fanaticada dominicana es co-responsable por fortalecer y estimular el ego del atleta, que reclaman su permanencia en las selecciones por trayectoria, arremeten en contra de los técnicos y de las federaciones.
Y la gran realidad es que a pesar de los grandes aportes que hacen durante su trayectoria en el punto más alto de apogeo, a la hora de escoger los componentes de un equipo lo que prima son las condiciones inmediatas, nada de “yo fui”.
Solo citaré dos casos de los últimos tiempos… recuerdo el triste episodio que provocó la negativa de aceptar la realidad de Jack Michael Martínez cuando se le comunicó que ya no estaba en la selección de baloncesto. El gran capitán atribuyó su salida del equipo nacional a retaliación de parte de Eduardo Najri y del ingeniero Rafael Uribe, presidente de la Fedombal, a quien le declaró desde entonces una guerra a muerte.
Y la realidad de todo es que ya los mejores años de Jack Michael habían pasado, sumado a su personalidad controversial y niveles de exigencias… en buen dominicano, le pasaron factura.
Otro caso reciente es el de Luguelín Santos, nuestro medallista olímpico, con una carrera atlética cargada de lauros pero las lesiones y falta de disciplina en el último tramo de su carrera, lo han hecho descender sus registros de tal manera, que ni siquiera pudo participar en las eliminatorias para los Juegos Olímpicos de Tokio, Japón, a pesar de contar con el respaldo absoluto de su federación.
Tanto es así, que José Ludwing Rubio, el entrenador que desarrolló su talento hasta llevarlo al máximo nivel, escribió en twitter que para un atleta élite era muy difícil hacer la transición a un sistema de entrenamientos muy diferente al que llevó por más de 10 años. Resaltó además, que a ese cambio se le añade las “bondades” que le brinda entrenar en el país (comida y distracción), que se perdió el rumbo.
Traje a colación estos casos por la situación que se ha presentado con Gina Mambrú, quien luego de una evaluación del cuerpo técnico del equipo femenino de voleibol después de participar en la Liga de Naciones, decidió sustituirla por Larysmer Martínez para mejorar la defensa y recepción, para que ayude a Brenda Castillo en los juegos olímpicos.
Cuál es la moraleja, que hay que prepararse para decir adiós, porque bien lo dice la salsa, nada es eterno en la vida.
