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5 de mayo 2024
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OpiniónErnesto JiménezErnesto Jiménez

El dilema del periodismo

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“La ética debe acompañar siempre al periodismo, como el zumbido al moscardón”. Gabriel García Márquez

En una conferencia sobre literatura y comunicación, el Prof. Juan Bosch expresó que “La literatura es arte y el periodismo es profesión”, dejando establecida una infranqueable diferencia entre la razón de ser de la literatura y el afán de lucro, que por su parte, sirve de justificación práctica al periodismo.

Este enunciado inicial es propicio para entender las dificultades originarias de una profesión que, aunque está llamada a buscar la verdad objetiva de los hechos para informar y concienciar a la ciudadanía, debe –para subsistir- atenerse a las complejas leyes que impone la economía de mercado.

Esta misma dinámica económica presenta el siguiente dilema: el profesional del periodismo brinda sus servicios a empresas que, son a su vez, capitaneadas por capitalistas con amplios intereses industriales o comerciales.

Entonces, cuando los intereses económicos de los propietarios de medios de comunicación se entrecruzan con el interés social de transmitir información con alto grado de objetividad, la labor del periodista puede verse comprometida por dos elementos irreconciliables: el beneficio del patrón o el beneficio de la colectividad. Como entenderán, en un escenario como el planteado anteriormente, la ética, en muchas ocasiones, suele perder la partida.

Existen otros delicados elementos, ajenos al citado dilema profesional, que también distorsionan la labor periodística y la atan con cadenas de oprobio al fango de la corrupción.

Entre estos, podemos citar las prebendas, contratas y ofertas que, desde ilícitos poderes económicos hasta oscuros intereses políticos, buscan agenciarse el favor de ciertas voces influyentes que forjan lo que comúnmente se conoce como opinión pública. Tristemente, cuando la dignidad del periodista se mantiene incólume, la alternativa que el poder corruptor ofrece sigue siendo la muerte.

La forma en que se diriman estas peligrosas disyuntivas determinará el éxito o el fracaso social del proceso natural de profesionalización del periodismo en una economía capitalista. Esta resolución servirá, a su vez, de indicador sobre el grado de consolidación de las instituciones democráticas de una nación, debido principalmente, a que en una democracia desarrollada es sencillamente imprescindible la participación de una prensa libre, con amplias capacidades para indagar y cuestionar las actuaciones de los entes públicos y privados.

 

Ahora bien, independientemente de las enormes complejidades que entraña el oficio, reiteramos que la labor fundamental de aquel que consagre su vida al ejercicio del periodismo es la búsqueda incesante de la verdad, con el fin de comunicarla con el mayor grado de ecuanimidad posible. Sin embargo, para ello precisa de un marco institucional que respete el derecho inalienable que tienen los hombres de proclamar libérrimamente lo que piensan.

Por consiguiente, para asegurar un ejercicio periodístico libre del temor a la coacción, soborno o muerte, el Estado tiene el deber de garantizar condiciones sociales donde primen la libertad de expresión y la libre difusión del pensamiento. ¡Ese es un reto significativo en cuya superación descansa la viabilidad de la democracia liberal!

 

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