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28 de diciembre 2025
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OpiniónElias Samuel Rosario MataElias Samuel Rosario Mata

El descredito de los partidos políticos

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De acuerdo con la encuesta Barómetro de las Américas 2019, la confianza en los partidos políticos ha tenido de forma continua el promedio más bajo, cayendo a 28.4% en ese año.  Según el documento “Cultura política de la democracia”, la identificación partidaria continúa en descenso. Al preguntársele a la ciudadanía si simpatiza por un partido político, en el 2012 un 63.4 % contestó afirmativamente, en 2016 un 42.4 % y en el 2019 solo un 36.2 %”.

Son datos alarmantes, que evidencian la creciente perdida de aceptación por parte de la población. La clase política debe mirar hacia dentro, para detectar los errores, no sólo electorales. Sino también, los que están llevando a muchos dirigentes a dejar los partidos, para centrarse en sus asuntos personales. Pero en nuestra sociedad, el único interés de la mayoría de líderes políticos, es llegar al poder para adquirir riquezas.

Olvidándose de quienes hicieron el trabajo, que les permitió obtener las posiciones. La falta de compromiso con los de abajo, ha tenido como repuesta su alejamiento de los partidos. Muchos de los cuales, siguen en política desde los movimientos de apoyo, que son aglutinados en el sector externo de un partido. El cual, jugo un papel determinante en las victorias de Hipólito Mejía, Leonel Fernández, Danilo Medina y Luis Abinader.

En mi condición de ex dirigente del PLD y co-fundador de dos movimientos de apoyo a distintos candidatos, conozco las dos caras de la moneda. Una se caracteriza por una fratricida lucha de intereses personales. La otra por un ambiente de armonía y confraternidad en que participan viejos amigos, para trazar las estrategias, que sumen votos al candidato elegido por consenso.

La guerra sin cuartel que existe a lo interno de los partidos, es otra causa, que incide en su desprestigio. Pues, muchas veces el mejor amigo, se puede convertir en el peor enemigo cuando se compite por una candidatura, o un cargo directivo. Entre los casos más destacados, tenemos los de Antonio Guzmán y Jorge Blanco, Juan Boch y Peña Gómez, Danilo y Leonel, Miguel Vargas e Hipólito.

La ambición de poder, se puede convertir en una enfermedad que saca a relucir las más bajas pasiones humanas, para cerrarle el paso al compañero y mantener al mismo grupito en la cima. Por tal razón, organizaciones con décadas en la actividad política, se mantienen estancadas y en vez de crecer, pierden miembros cada día. La falta de apertura ha limitado   su crecimiento y siguen siendo bisagras.

No salen del sótano, porque mantienen cerrada la puerta de entrada a nuevos líderes, que pueden tener la capacidad para impulsar las transformaciones necesarias, para atraer nuevos adherentes. Es por ello que, en las pasadas elecciones veinte de los veinticinco partidos que participaron, no llegaron al 1% de los votos. El PRD y el PRSC, que fueron los más grandes partidos que hemos tenidos, pasaron a ser minoritarios.

Por Lic. Elías Samuel Rosario Mata

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