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10 de mayo 2024
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9 min de lectura Una mirada al pasado

‘El Che’: leyenda e imán revolucionario

‘El Che’: leyenda e imán revolucionario
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EL NUEVO DIARIO, SANTO DOMINGO.- Hoy quiero hablar de una gran leyenda: Ernesto Guevara de la Serna, ‘el Che’. La razón: el 53 aniversario de su muerte, en una recóndita jungla de Bolivia. Para mí es una figura fascinante, ilusa y encantadora; y un héroe extraviado.

Debo reconocer que ‘El Che’ fue un imán revolucionario. Se forjó una misión histórica y la cumplió con dignidad. Se sacrificó por sus ideales de redención social y emprendió una cruzada por la libertad. Estaba animado por un espíritu de abnegación y sacrificio. Luchó por la dignidad humana y se convirtió en símbolo de redención. Imaginó lo mejor: libertad, igualdad, bienestar. Es leyenda y utopía, inspiración e imagen crística.

Desde su nacimiento en Argentina -el 14 de junio de 1928- hasta su desenlace final en Bolivia -el 9 de octubre de 1967, hace hoy 53 años-, dibujó una vida inquieta y agitada. Se movía siempre, devorado internamente por un incansable afán de liberación humana. Sus ímpetus juveniles, devenidos en fuerza incontenible, lo llevaron por el mundo como emisario de la justicia social. ‘El Che’ aventuró en tierras lejanas y culminó en Bolivia su incesante rebeldía.

Para él, Latinoamérica era un escenario ideal para sepultar la injusticia social, emancipar a los pueblos y conquistar la felicidad colectiva. El continente se convertiría, así, en todo un paraíso. Sin embargo, estos anhelos eran quimeras estrelladas contra realidades ácidas: el imperialismo, la traición, el engaño. ¿Lo sacrificó Fidel Castro? ¿Lo traicionó Mario Monje? ¿Lo engañaron sus ilusiones?

Su único tormento fue el asma, una enfermedad que lo sumió en el amor materno: de nadie recibió tanto amor como de Celia de la Serna. Otra constante fue el movimiento: se movió siempre, desde niño. Fue un espíritu inquieto que buscó lo que quiso: ser recordado, dejar un estupendo legado de emancipación. Al final lo consiguió, y él se transformó en un poderoso ícono comercial, explotado por la industria cultural.

Guevara tuvo conciencia temprana de su destino legendario y místico. Recorrió en bicicleta, acompañado de su amigo Alberto Granados, gran parte de Argentina y de Sudamérica; y llevó un diario donde perfiló su estilo tosco, descuidado. La travesía fue traumática: él sufrió crisis asmáticas y fue asistido por médicos. En 1951 acometió el viaje de su vida, eufórico porque “aquí va un soldado de América”.

Se gradúa de médico en la Universidad de Buenos Aires, tras breve incursión en ingeniería. De Miami pasa a Guatemala, donde labora en un hospital e investiga enfermedades. Observa el proceso revolucionario del presidente Juan Jacobo Arbenz, pero aún no muestra agudeza política. Cuando derrocan a Arbenz en 1954, ‘el Che’ se asila en la embajada argentina. Su frustración vino porque consideraba que el gobernante debía armar a las masas para enfrentar la sedición.

Se mueve otra vez. Va a México y trabaja como fotógrafo de turistas para publicaciones extranjeras. Conoce a Raúl Castro, con quien traba amistad. Hasta en la lengua son ciudadanos genuinos: el “chico” cubano y el “che” argentino. Allí culmina su concienciación revolucionaria y su destino místico. Este proceso es atezado por un hombre impactante: en Fidel, ‘el Che’ encuentra afecto paternal, pero también fervor y lucha. En su primera y kilométrica entrevista con él, en 1956, el cubano le promete apoyar su cruzada revolucionaria después del triunfo en Cuba. ‘El Che’ queda impactado por aquel líder joven y decidido.

El grupo de rebeldes, entrenado por el cubano-español Alberto Bayo, recibe un nuevo integrante. ‘El Che’, dice Bayo, se convierte en el mejor alistado. Trata de conquistar el Popocatépetl, pero no puede: el volcán y el asma lo derrotan repetidamente. Los rebeldes son descubiertos y detenidos, ‘el Che’ se confiesa comunista y complica el incidente. Pero sale antes que Fidel, a quien liberan por gestiones del expresidente Lázaro Cárdenas.

Es 1956, “el año de morir o vencer”, según la consigna castrista. A bordo del yate Granma, los expedicionarios se marean, sufren náusea y vomitan a estómago revuelto. El médico Guevara atiende a sus camaradas, hambrientos y desesperados. El proceloso mar retrasa el desembarco, y esto altera los planes subversivos. Cuando desembarcan el 2 de diciembre, el tirano Fulgencio Batista, alertado, actúa fulminantemente. La ofensiva provoca la catástrofe de Alegría de Pío, que reduce al grupo de 82 hombres a un puñado disperso. Es el punto más crítico de los rebeldes, la prueba más difícil. Después de eso, empero, la guerrilla obtendría triunfos resonantes.

Resumen diario de noticias

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‘El Che’, destacado en los combates y nombrado comandante, dirige una columna e intima con un alma afín: Camilo Cienfuegos. Relajan, ríen, celebran. Conoce a Aleida March, que se convierte en su segunda esposa, y ensaya su revolución: alfabetiza campesinos y ofrece servicios médicos, construye un horno de pan y produce el periódico “Cuba Libre”. Además, gestiona la instalación de Radio Rebelde, una ametralladora radial donde la voz de Violeta Casals combate a la propaganda oficialista. ¡La redención social ha llegado a Cuba, y la igualdad ha comenzado en las montañas! En las montañas, ‘el Che’ radicaliza su anti-imperialismo, rechazando comida en la finca de un gringo.

Intercambia con Fidel cartas acusadoras. La muerte de Frank País en 1957, el coordinador del movimiento, y la detención de Armando Hart Dávalos, desconciertan a los rebeldes. Además, los infiltrados delatan y traicionan. A uno de ellos, Eutimio Guerra, lo descubren, lo juzgan y lo ejecutan. Guerra no mató a Fidel cuando durmieron juntos, porque el Che y Raúl lo hubieran eliminado a él. ‘El Che’ lo ejecuta movido por el coraje de la justicia, el mismo que lo convertirá en el “justiciero” de la Cabaña.

De Oriente pasa a Occidente, en una fulgurante campaña de guerra triunfal. Combate, suma a las masas, toma Santa Clara y provoca el descarrilamiento del tren blindado. Después de la fuga de Batista, entran a La Habana él y Camilo, a principios de enero de 1959. Cuba vive un nuevo régimen que surge de las ruinas del pasado y que exige justicia contra los criminales del batistato. ‘El Che’ toma la fortaleza de la Cabaña y despacha ejecuciones. La revolución y su conciencia se lo imponen: hay que ejecutar lo viejo, aunque haya excesos. Es un despiadado.

El Che vive otra etapa. Torturado por el asma, guarda perfil bajo hasta que adquiere la nacionalidad cubana. Dirige el Departamento de Industrias, estudia economía marxista, trabaja infatigablemente. Viaja por Europa y Asia, observa el socialismo europeo y la producción de armas, maquinarias y vehículos, y queda impresionado por Albania. Se reúne con la dirigencia soviética y china, aunque Cuba se acerca a la primera. (Es interesante el impulso exterior del castrismo, que pasó de la indefinición a la radicalización. Ni el Fidel de Sierra Maestra ni el del triunfo estaba definido. Fidel creía en la democracia representativa -sería candidato a diputado en los comicios de 1952, abortados por la asonada de Batista- y encarnaba una tendencia nacionalista. En su visita a Estados Unidos, el mismo año del triunfo, habló de elecciones y de una constitución democrática. Su subordinación soviética se explica por factores orgánicos y exteriores relacionados con elementos internos y con la errática política de Estados Unidos. Estos factores contribuyeron con el giro radical.)

El argentino, convertido ya en cubano, preside el Banco Nacional y adopta medidas. Favorece los estímulos morales y espera que la gente rinda al máximo. Él mismo da el ejemplo: trabaja todos los días y entona canciones con una legión de obreros, mientras trabajan a brazo partido. El ministro Guevara plantea un cambio en el sistema de valores. El nuevo sistema debía, según él, desmonetizar las relaciones sociales basándose en el trabajo voluntario y en la conciencia. Dinero no, altruismo sí. Esta visión moralizante, empero, colisionó con la del Partido, que favorecía los estímulos materiales.

‘El Che’ ya no cabe en Cuba, pero antes de partir realiza otras misiones. Representa a Cuba en la reunión de Punta del Este, Uruguay, donde nace la Alianza para el Progreso destinada a enfrentar la expansión comunista. Se entrena para una cruzada internacionalista africana. Según su carta de despedida, no pensaba volver. Para Jorge G. Castañeda, la campaña africana estaba perdida de antemano, debido a las dificultades idiomáticas y la división tribal.

¿Volvería a Cuba? Fidel había leído la carta públicamente, en la fundación del nuevo Partido Comunista Cubano, pero lo convence de que regrese. ‘El Che’ retorna en 1965 y se prepara para su aventura trágica y última. Cambia físicamente: cabeza rapada, lentes, mandíbulas abultadas. En el último encuentro, donde se despide de su familia, nadie lo reconoce: es otro.

De Bolivia a Argentina

Antes de partir, viene el parteaguas. ¿Bolivia sería un puente hacia Argentina? ¿El Che se asentaría en Bolivia definitivamente? ¿Instrumentalizaría a la dirigencia del Partido Comunista de Bolivia (PCB)? Mario Monje, el secretario general del PCB, recibe en Cuba los detalles de la operación. Bolivia sería un puente, se procuraría el apoyo –no la subordinación– del partido y habría mutua coordinación. Esta explicación alentadora, sin embargo, colisiona con la realidad. ‘El Che’ trata de supeditar al PCB mientras la guerrilla se prolonga, y alcanza resultados desastrosos: falta de apoyo de la organización y de la red urbana, escasa integración boliviano-cubana y división partidaria. A esto se suman las delaciones hechas por Régis Debray. En efecto, este francés niega inicialmente haber conocido al ‘Che’, pero más tarde confiesa que lo entrevistó con fines periodísticos. ¿Por qué no fue ejecutado?

La desaparición del ‘Che’ desata la lengua de los rumores. ¿Estaba en Vietnam, en Cuba, en República Dominicana? Internado en la selva boliviana, lleva su diario último, registra acontecimientos importantes y hace un balance de la guerrilla y los guerrilleros. Angustiado en sus días finales, afronta su ordalía. La historia de la Higuera es bien conocida. Al ‘Che’ lo ejecutan, le cortan las manos y lo entierran subrepticiamente.

Los principales responsables murieron trágicamente: fueron víctimas de la “maldición” del ‘Che’. El presidente boliviano, René Barrientos, voló en pedazos en su helicóptero. Honorato Rojas, el campesino delator, cayó abatido. El capitán Gary Prado, que capturó al Che, sufrió heridas y quedó paralítico enfrentando a un comando de fascistas. Juan José Torres fue echado del poder y después asesinado de tres balazos en la cabeza. Mario Terán, el ejecutador, se volvió alcohólico y tenía alucinaciones: el ‘Che’ lo perseguía en sueños y por doquier. Años más tarde, tuvo problemas visuales y fue atendido por médicos cubanos.

Pensamiento económico

El Che proponía la desmercantilización de las relaciones sociales. Es verdad que rechazaba los estímulos materiales como palanca social, pero reconocía su importancia en la construcción del socialismo. Creía en la conciencia como palanca del desarrollo, y en la educación como pivote de la moral socialista. Favorecía los estímulos morales para superar las taras de la vieja sociedad. Endosaba la superación técnica para elevar la calidad de la producción, que debía ser planificada y centralizada, y estimaba que la conciencia resultaba de las relaciones de producción. Creó el trabajo voluntario y él mismo trabajó infatigablemente al frente de una legión de obreros entonando cánticos revolucionarios. Su ejemplo de laboriosidad y sacrificio influyó en una generación de cubanos. Robertico Robaina, el ex canciller, dirigía cientos de jóvenes guevaristas que recorrían cientos de kilómetros. Desinteresadamente, sin estímulo material alguno.

Un régimen socialista presenta remanentes del pasado. Es un proceso en desarrollo, de profundas transformaciones. Va de lo real a lo ideal, de lo que es a lo que debería ser. Transforma la realidad y construye un nuevo orden. Ese pasado, empero, deja sus vestigios ideológicos en la conciencia burguesa, y las masas actúan llevadas por semejante influjo. De ahí que, según el Che, el Estado y el partido deban concienciar al individuo para que cumpla su deber social, es decir, para que construya un nuevo orden social. Así nacería el hombre nuevo, creía él con ilusión.-

 

 

 

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