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24 de diciembre 2025
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OpiniónRafael Emilio Bello DiazRafael Emilio Bello Diaz

El cerebro pedófilo

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Las noticias relacionadas con el abuso sexual a menores son cada vez más frecuentes y generan una gran alarma social. La pederastia (abuso sexual cometido con niños) y la pedofilia o paidofilia (atracción erótica o sexual que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes) son términos que están relacionados. Aunque su significado es distinto, clínicamente sólo se utiliza el término pedofilia.

En cuanto a la elección de niños como objeto sexual, se ha hecho una distinción entre pedófilos y hebéfilos, en función de la edad de los niños. Así el término pedófilo haría
referencia a adultos que escogen como objeto sexual a niños/as de 12 años o menos y el de hebéfilo se utilizaría para designar a adultos que van a escoger como objeto sexual a
adolescentes de más de 12 años. En relación con la gama de actos sexuales que estas personas pueden cometer con los niños, se encuentran actividades que van desde el exhibicionismo o el voyeurismo a otras como caricias, frotar sus genitales contra el niño, masturbación en presencia de éstos, sexo oral y penetración anal o vaginal.

Debido al gran interés social que suscita este tema, se han realizado trabajos que han intentado hacer una aproximación a las condiciones, situaciones, factores, que llevan a la persona a desarrollar una atracción sexual hacia los niños. En el estudio de las causas de la pedofilia, los factores medioambientales pueden predisponer a las personas a convertirse en pedófilos, ya que éstos a menudo informan de que el estrés medioambiental es un factor que incrementa sus impulsos y la urgencia de atacar a niños. La principal hipótesis etiológica, y uno de los ejemplos más obvios de que los factores medioambientales aumentan el riesgo de que una persona se convierta en pedófilo o abusador infantil, es que ésta haya sido objeto de abusos sexuales cuando era un niño; esta relación se conoce como “ciclo víctima-abusador” o “fenómeno del abusador abusado”.

La ocurrencia de este fenómeno varía ampliamente en función del criterio de selección del estudio y la población estudiada, pero se ha informado de que los pedófilos sufrieron abusos cuando eran niños en una proporción que va del 28 al 93%, frente a un 15%, aproximadamente, en sujetos controles, y muestran preferencia por niños de edad similar a la que el pedófilo tenía cuando sufrió el abuso.

El desarrollo del sistema nervioso central es un proceso crucial para el desarrollo de la conducta sexual. Este proceso está determinado genéticamente y modulado por factores neuroquímicos, nutricionales y ambientales. La alteración de este proceso da lugar a los denominados trastornos del neurodesarrollo, que pueden definirse como lesiones cerebrales que se expresan como trastornos neuropsiquiátricos, cuyo origen estaría relacionado con los períodos de desarrollo intrauterino y sensitivo tras el parto. Hay diferentes señales o marcadores de desarrollo anómalo que se asocian a una amplia gama de trastornos del neurodesarrollo, algunas de las principales son: a) un bajo cociente intelectual (CI), ya que se ha observado un deterioro intelectual
significativo en el daño neurológico adquirido durante la niñez temprana en personas expuestas a sustancias teratogénicas y en trastornos genéticos con marcados efectos neurobiológicos (síndrome X frágil, síndrome de Down, etc.); b) la preferencia manual izquierda (o el uso sustancial de ambas manos para tareas comunes, en especial para escribir), que es significativamente más frecuente en poblaciones con cualquier trastorno neurológico, y en individuos expuestos a neurotóxicos en etapas prenatales o que han sufrido estrés en el nacimiento (peso extremadamente bajo al nacer, nacimiento de gemelos y partos prematuros), y c) la estatura o talla, que se ve afectada por las condiciones adversas presentes durante el desarrollo prenatal (nutrición inadecuada, exposición a patógenos) y posnatal (condiciones económicas subóptimas), lo que da lugar a un descenso en las proporciones promedio de crecimiento y al aumento del riesgo de varios problemas de salud durante la edad adulta.

Una línea de investigación, centrada en la comparación de las diferencias neuropsiquiátricas entre pedófilos y diferentes grupos (población general, población reclusa y otro tipo de delincuentes sexuales), apunta a la presencia de eventos adversos durante el neurodesarrollo como un posible factor etiológico de la pedofilia, con lo que, como consecuencia de estas alteraciones del neurodesarrollo, se pueden encontrar las señales anteriormente descritas y diferentes alteraciones neurales en esta patología. Teniendo en cuenta la relevancia del tema de la pedofilia y su etiología, el objetivo del presente trabajo es revisar: a) los estudios publicados sobre los anteriores indicadores de alteraciones del neurodesarrollo y la pedofilia, y b) los estudios actuales sobre las alteraciones neurales, estructurales y funcionales, de la pedofilia.

Recordemos que el término pedofilia fue acuñado en alemán por el psiquiatra Richard von Krafft-Ebing (1840-1902), quien utilizó por primera vez la expresión Pädophilia erótica en su influyente libro Psychopathia Sexualis, publicado en 1886.

El diccionario de la RAE recoge las dos variantes morfológicas, pedofilia y paidofilia, que se pueden considerar sinónimos.

Otra controversia se establece entre los términos pedofilia y pederastia.

El mencionado diccionario ha introducido el término pedofilia, además de seguir registrando la palabra pederastia, para las que recoge las siguientes definiciones: a) Pedofilia. f. Atracción erótica o sexual que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes.
b) Pederastia. f. Abuso sexual cometido con niños.

Desde el punto de vista semántico, la distinción es clara: es esencialmente diferente sentir atracción erótica por los niños a abusar sexualmente de ellos. Así pues, la distinción surge entre la tendencia sexual (pedofilia) y la práctica abusiva y delictiva (pederastia).

Algunos abusadores sexuales infantiles se definen como pedófilos, pero no pederastas, distinguiendo entre tener la tendencia que los empuja a sentir atracción sexual por los niños (pedofilia) y las prácticas sexuales con menores (pederastia).

Según el Manual de Diagnóstico de los Trastornos Mentales la pedofilia se encuentra dentro de la categoría de parafilias, que forma parte de los “Trastornos sexuales y de la identidad sexual”.
Se la define como fantasías sexuales recurrentes y altamente excitantes, impulsos sexuales o comportamientos que implican actividad sexual con niños (13 años o menos) durante un período no inferior a los seis meses.

Por lo tanto, los pedófilos suelen ser predominantemente varones y frecuentemente de edad avanzada. Rara vez se presenta en mujeres, aunque no se descarta esta inclinación
sexo-amorosa en ellas. Las víctimas pueden ser niños de ambos sexos. La personalidad del agresor de mediana o mayor edad es el de un individuo solitario y con dificultad para establecer relaciones heterosexuales normales, suele tener baja autoestima, con pocos recursos para enfrentar situaciones de estrés.


Por Rafael Emilio Bello Diaz 

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