Los dominicanos vivimos de espaldas a la realidad de la crisis del medio ambiente y el cambio climático. El planeta está dando pasos hacia el colapso. Hay que proteger los recursos naturales. Este es un tema fundamental en los países sub-desarrollados, pero de poca importancia en las naciones del tercer mundo.
La mayor contaminación proviene de los grandes países. Ellos llevan tecnología de punta a las naciones pobres, y ese factor en la mayor parte de las ocasiones, es el responsable de la destrucción del medio ambiente.
Miles de automotores transitan sin llenar las mínimas medidas de control. La revista de vehículos no pasa de ser una simple contribución fiscal. Hay que sacar de circulación a vehículos con el tubo de escape dañado, además de sus tradicionales fallas mecánicas.
La gran cantidad de plásticos que se depositan en las calles, en las cunetas, y fuera de los zafacones está comenzando a matar a la ciudad. La red de alcantarillado está casi totalmente tapada, y con el menor de los aguaceros, por más leve que sea, la mayor parte del país se inunda.
Es fácil ver a las cañadas, por donde ahora circula un hilito de agua, mientras centenares de botellas y plásticos en general circulan hacia la cuenca de los ríos. Nadie le da importancia a esto. Los organismos que tienen que ver con el medio ambiente, apenas si pueden mantener su burocracia.
Hay que enfrentar con todo el poder de la ley, a la deforestación. Inescrupulosos cortan árboles para elaborar madera, para procesar carbón o para cualquier otra cosa. Aquí las autoridades llevan a cabo cierto control, pero no hay educación ciudadana.
Hay que proteger a los árboles, y continuar sembrándolos a lo largo de todo el territorio nacional, y muy en especial en las áreas de descanso de las avenidas. Los parques verdes tienen que ser protegidos. Son el pulmón de la ciudad.
Por suerte que en la familia dominicana entra de lleno el utilizar el gas propano al momento de producir fuego para cocer los alimentos. En muy pocas casas se auxilian del carbón vegetal, lo que podría llevar a que menos arboles sean cortados para quemarlos.
Sin ninguna pausa hay que llevar a cabo una gran labor educativa en torno a la protección del medio ambiente. Tienen que estar presentes en esa cruzada los empresarios, las autoridades, las escuelas y sobre todo, el hogar. A los niños hay que enseñarlos a respetar el medio ambiente. Si no protegemos a la madre naturaleza, moriremos. ¡Ay!, se me acabo la tinta.
Por Manuel Hernández Villeta