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28 de diciembre 2025
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2 min de lectura Una mirada al pasado

EE. UU y su aberrante ocupación militar en 1965

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Echemos una mirada a la grosera intervención militar de Estados Unidos en la República Dominicana, ese terrible 28 de abril de 1965, hace exactamente 57 años.

Fue una escalada militar que aplastó la soberanía nacional y el derecho internacional. Se repitió el ciclo de las ocupaciones armadas: en 1861, España se anexó el país y eclipsó la magra libertad; en 1916, Estados Unidos ocupó esta nación y completó, así, la ocupación redonda de toda la isla; en 1965, la bandera estrellada y con barras volvió a ondear sobre el firmamento nacional.

Washington sepultó y pisoteó la dignidad nacional: 42 mil marines entraron y secuestraron la República. Esta aberración bélica y armada, sin embargo, disparó el sentimiento nacionalista dominicano, tanto como lo había hecho la Anexión española un siglo antes. Entre ambos procesos históricos hay viñetas similares, retazos de un pasado carcomido y maniático.

La vulgar intervención usó el alegato de Superman: los comunistas, esos tipos malos y barbudos, querían tragarse el territorio nacional dando un golpe a la cubana. Desde su trono cubano, Fidel y sus granujas legendarios manejaban los hilos del drama nacional, a control remoto, desde la hermosa y vecina isla. Según los gringos, eran 82 hombres -el mismo número de guerrilleros que desembarcó en el Granma– los más peligrosos e incendiarios, capaces de repetir la hazaña cubana. Había que abortar ese intento de nueva gloria, ese apetito de heroísmo, ese afán de bajar el cielo.

Resumen diario de noticias

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En 1963, hacía casi dos años, el gobierno de Bosch se había derrumbado a los siete meses, hecho pedazos por un volcán militar. Bosch quiso evitar -y lo logró- un baño de sangre: frustró el contragolpe instantáneo, relampagueante, preparado por el coronel Fernández Domínguez y otros oficiales medios. Los militares boschistas terminaron reprimidos o desterrados. A Fernández Domínguez le tocó, primero, España, y Chile después. Pero se movió a Puerto Rico y regresó traído por los gringos. Arribó a San Isidro. Se instaló en la Zona Constitucionalista. Peleó para ganar sus galones. Cayó abatido el 19 de mayo de 1965, en un fallido asalto al Palacio Nacional.

Los constitucionalistas del gran Caamaño Deñó dieron muestras de valor y heroísmo. Enclaustrados en un pequeño espacio revolucionario, resistieron hasta la bravura y arrojaron episodios de leyenda. Escribieron, así, una verdadera proeza histórica, en lucha contra el aberrante invasor.

El 28 de abril es una fecha negra en el calendario patrio. Ese baldón enterró los sueños de libertad y hundió la democracia. Pero ahí están el bravo Coronel de Abril y sus hombres, venciendo obstáculos, enfrentando al intruso, matando  yanquis; ahí están, en fotos, álbumes, e imágenes que pasearon por el mundo, como testimonio visible de una gran epopeya.

¡Vivir la democracia! ¡Loor a los constitucionalistas del 65!