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27 de diciembre 2025
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OpiniónPablo ValdezPablo Valdez

Educación, control vial y régimen de consecuencias

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  • Porque la universidad es otra cosa

 

Como todos los años, la Semana Santa hace resonar el clarín de la preocupación ciudadana, por los tantos accidentes de tránsito que se originan en todas las vías de acceso a las diversas comunidades del país a la que se trasladan las/os ciudadanas y ciudadanos durante el periodo de la Conmemoración Trina de la pasión, muerte y resurrección del Mesías.

Las voces de preocupación de muchos de los comunicadores que, a través de los medios escritos, radiales y televisivos, se expresan al respecto, debe ser de averiguar si ciertamente, la fiebre está en la sábana o está en el comportamiento del inescrupuloso que, sin límites en su ilógico comportamiento, viola todo tipo de conducta lógica del comportamiento social o, quizás, como dicen muchas/os, sea la falta de un proceso sistemático de educación para las conductoras y los conductores de vehículos de motor que circulan en toda la geografía nacional.

En la obtención de un buen comportamiento humano, hay muchos factores lógicos que se complementan, de los que no es excluyente el lograr una conducta disciplinaria entre quienes hacen uso de un guía para operar cualquier tipo de vehículos de motor para trasladarse de un lugar a otro, independientemente de la época del año que se trate.

Si la fiebre de la referencia, está en la sábana, entonces ha de aceptarse, que los motoristas, circulen sin respetar los numerales y/o literales de la ley de tránsito que el legislador aprobó para regularle el comportamiento a asumir para poder operar cualquier tipo de motocicletas.

Si la fiebre de la referencia, está en la sábana, entonces ha de aceptarse, como en efecto, que en tiempos feriados como en la llamada semana mayor, se sea permisible en el respeto a las leyes regulatorias del comportamiento humano en la circulación vial.

Si la fiebre de la referencia, está en la sábana, entonces ha de aceptarse, que para disminuir la alta tasa de accidentes que se originan en nuestro país, en comparación con cualquier otro país de América, deberá discutirse si se aprueba la implementación de un programa de conducta moral hacia conductores de ambos sexos.

Si la fiebre de la referencia, está en la sábana, entonces ha de aceptarse, que para disminuir la alta tasa de accidentes que se originan en nuestro país, bastaría con crear una nueva consciencia operativa en los/as hombres y mujeres responsables de la supervisión vial, que garantice que estén probadas/os y comprobadas/os en la conducta ética y moral propias de toda persona que disfrute de fe pública como debería ser para toda/o miembra/o de cualquier institución policial.

Y es que, con el perdón de las reiteradas redundancias, ante que continuar con las lamentaciones de las autoridades por el hecho de que los detractores legales no cumplen, dichas lamentaciones deberían provenir de parte de quienes irrespetan las leyes, porque deban indefectiblemente, responder a un verdadero régimen de consecuencias jurídicas sin excusas valederas ante los tribunales de la república.

Y es que, hemos reiterado en entregas anteriores, que ningún Estado sin educación permanente a conductores de vehículos, control vial y régimen estricto de consecuencias, puede evitar o disminuir las acciones delincuenciales ni cualquier otro tipo de actividades violatorias de la ley.

Al final, ¿qué hacer? Seguimos buscando la fiebre de la referencia, en la sábana o definitivamente, nos abocamos a la decisión imprescindible de valorar el gran daño ciudadano que estamos ocasionándoles a las futuras generaciones, acostumbrándolas a la violación de las necesarias normativas de convivencia humana, por no existir un verdadero sistema de educación y control vial y un efectivo régimen de consecuencias para violadores de las normativas legales de regulación del tránsito vehicular.

Ya la voz ha sonado en el desierto, si sigue la decisión de continuar de espalda a una realidad que carcome, que el mea culpa, sea asumido responsablemente.

 

POR DR. PABLO VALDEZ

*El autor es candidato a rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

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