De adolescente, como es natural carecía de muchas cosas, pero tenía un afro prominente mientras correteaba detrás de muchachitas de su edad, atraído por la belleza natural del sexo opuesto, pero junto otra revolución que se producía en su cuerpo.
Otros levantamientos, se producían en su interior, un deseo cada vez más pronunciado por escuchar lo que pasaba en su entorno, en el barrio, en el país, en el planeta lo llevaron a escuchar la radio y ver la televisión de esos días de la década de 1970; que eran los medios disponibles, en ese entonces.
Para esos días, escuchó hablar de quien pensaba era una señora denominada “Últimas Consecuencias”.
En sus sueños y devaneos, la imaginaba alta, bella, erguida, de bello rostro y hermoso caminar, prominente cabellera, manos finas y delicadas, como recién salida de la manicura, pero de maños recogidos, lo que hacía su presencia más recatada.
La soñaba como un ser especial, quizás una especie de Diosa griega Temis, de la divina justicia y la diosa romana de la justicia Justitia o Iustitia.
Pero, no entendía, si era una mujer y puramente bella, ¿por què cuando personalidades como miembros de la justicia, jefe de Policía o autoridades civiles cuando hablaban de ella se ponían tan serios y circunspectos? Cambiaban el tono de la voz, ponían rostro severo, y hasta querían dar clases de separado en sílabas.
Querìa respuestas que no tenía. Hallò una pista, es que, los mismos que hablan de la señora denominada Últimas Consecuencias hablaban también de tema “ formar Una Comisión,” entonces pensó en una suerte de Baton Ballet, un grupo de muchachas que hacen bailes hermosos.
En sus recuerdos, miraba un grupo de chicas, organizadas en filas, provistas de bastones hacían unos bailes cortos y acrobacias de aproximadamente un minuto, generalmente en desfiles y actos oficiales, en algunos casos se acompañan con redoblantes, cornetas y otros instrumentos. Aparecen de ordinario en películas de factura norteamericana.
Andando el tiempo, siguió interesado en lo que pasaba en la política y vio que ocurrían crímenes, asaltos, hechos de violencia y que cada vez que invocaba a las Últimas Consecuencias, siempre que la sociedad estaba harta de que en esos casos no se llegara a ninguna parte. Era como un viaje largo a ninguna parte, y lo triste es que no había sanción para los culpables de esos hechos.
En muchos casos en que tenía frío, abrigó la esperanza de que cuando se nombraba una comisión para hacer algo o resolver algún problema del Estado ésta la hiciera, pero a decir verdad se sintió feliz de tener diez dedos para contar las veces en que, en algunos casos éstas Comisiones o Últimas Consecuencias cumplieran con sus cometidos. También tengo dedos en los pies si es que el asunto cambia.