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26 de abril 2024
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OpiniónRolando RoblesRolando Robles

De Donald Trump a Leonel Fernández

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Conversaba yo con don Juan Erazo, uno de los hombres mas cautos que jamás he tratado. Y esa cautela no se manifiesta únicamente al examinar asuntos financieros y de impuestos, que es su especialidad. La prudencia de mi amigo se extiende curiosamente, hasta la política como ciencia; un área que él afirma no dominar en lo absoluto. Por eso, considero de interés hablar de esta especial conversación sobre los paralelismos existentes entre los dos líderes, cuyos nombres, dan título a este trabajo.

Empezamos por establecer las diferencias, luego las similitudes y al final, ya imbuidos de la “clarividencia” que nos insufla el buen tinto de la Rioja, pasamos a comparar los diferentes -pero similares- escenarios en que se desenvuelven estos dos políticos, tan distantes como cercanos, en ciertos aspectos.

Las diferencias

Donald vino al mundo en ese especial momento que marca el inicio del “baby boom” (1946); Leonel -aun siendo baby boomer como Trump- fue signado mas, por el inicio formal de la “guerra fría” (1953). Esta diferencia de solo unos siete años, es suficiente como para que al llegar ambos al neuro-desarrollo pleno (20 años), tuvieran puntos de vista y pareceres tan distantes, en eso de ver e interpretar el mundo.

Para la “primavera del 68”, esa explosión emocional y política de la humanidad, Leonel, ya convertido en lector compulsivo, desde la placidez que podía proveer el Washington Heights de entonces, probablemente trataba de interpretar a Paul Sartre mientras tarareaba a Bob Dylan; Trump entretanto, desarrollaba un proyecto habitacional de dos mil unidades que había sido adquirido por su familia en 1962, en Cincinnati.

Trump obtiene una Licenciatura en Economía en la exclusiva Escuela de Negocios Wharton, de Penn University, con 22 años; mientras Fernández por su parte, se recibe de Doctor en Derecho en la no menos prestigiosa Universidad Autónoma de Santo Domingo; aun no alcanzaba los 25 años de edad.

Leonel entra a la acción política directa en sus tiempos de estudiante y se distingue como académico, conferencista y comunicador. Donald, hizo sus primeros avistamientos en 1999 con el Partido Reformista y se convirtió en celebridad con el reality show The Apprentice (El Aprendiz). Al momento de su debut, Trump tenía 53 años de edad, justamente diez mas que los de Fernández cuando se juramentó como presidente por primera vez, tres años antes. Se sabe que Trump tiene intereses en por lo menos quinientas organizaciones empresariales; a Leonel solo se le ha podido conectar con una, la Fundación Global.

Fernández siempre se ha identificado como un político conciliador, que es capaz de negociar hasta con su más acérrimo enemigo. De hecho, se le reconoce como de su autoría la polémica frase de; “pagar para no matar”, siendo presidente de un país donde “Dios está sentado escasamente un par de escalones más arriba que él”. De Trump se sabe, “que jamás baraja un pleito”, aunque tenga todas las de perder.

Sostiene Juan Erazo: “Trump es un rudo peleador callejero, Leonel es un técnico estilista en el ring; Trump habla y siempre piensa, Leonel piensa y nunca habla; Trump nunca paga por las culpas de sus relacionados, pero Leonel siempre protege a su entorno, aunque mal le cueste. Yo secundo estas apreciaciones de mi amigo, pero además le agrego algo: que la parsimonia de Leonel es casi proverbial (nadie lo ha visto molesto, cuando menos en público); mientras que Trump, siempre está dispuesto a cantarle su panamá al primero que lo desafíe. No hay dudas, son “vinagre y aceite”.

Las colindancias

Paradójicamente, ambos comparten innúmeros puntos de vista, aun y a pesar de los disímiles que han sido sus orígenes y caminos recorridos. Al punto de que sus rumbos, siempre tan personales, los habrán de conducir a metas comunes. Ser presidente de dos naciones tan dispares como son Quisqueya y USA, los coloca en situaciones virtualmente desconectadas, pero realmente relacionadas.

Trump tratará de “hacer a América grande de nuevo”, pero necesita otro período para complementar su obra. Aun tiene pendiente las reformas de salud y migratoria, y una salida duradera y legal para los “dreamers”. En el orden económico, en materia fiscal, en generación de empleos y en la implementación de políticas internacionales, es evidente e inminente su éxito. El problema le vendrá al momento de seleccionar y promover su sucesor, pues su plan requiere de una continuidad filosófica en la Casa Blanca.

Fernández por su parte está compelido a “volver al poder, para convertir en bienestar el desarrollo que generaron los gobiernos sucesivos de su partido cuando multiplicaron por mas de 30 veces el presupuesto nacional en un tiempo récord de crecimiento económico continuo. Pero además, por razones de simple sobrevivencia política.

Aun y cuando, ninguna espada de Damocles pende sobre la cabeza de Donald Trump actualmente, él sabe muy bien que no es el favorito del establishment y que los aprestos para su derrocamiento empezaron desde antes de ganar. El plan es escalonado: promover el “impeachment”, para derrocarlo; si no es posible, debilitarlo para que no se re postule y si lo hace, pues que no logre reelegirse.

Para Leonel Fernández, la situación no es menos complicada, aunque si un tanto diferente. Los disparos le vienen mayormente desde su propio partido, hoy en el poder. De forma tal que, si no busca la presidencia en el período próximo, es muy probable que en una tercera administración del grupo que se le opone internamente, traten de llevarlo hasta la cárcel, para invalidar su futuro y el de su equipo mas cercano.

Que nadie se llame a engaños, el PLD no será mas ese núcleo de jóvenes soñadores y progresistas que acompañaron al Viejo en esa aventura a través del “túnel del tiempo”. Nadie puede regatearle la genuina sinceridad de su proclama aquella navidad de 1973; ni la certeza de su decisión en junio de 1996. Pero igualmente, nadie puede negar que se transformaron en una “corporación política”, con todo lo que ello implica.

¿Habrá sido para bien o para mal? Esperemos, el 2020 está a la vuelta de la esquina para respondernos.

¿Qué podemos esperar?

Hay que señalar aquí que Estados Unidos y República Dominicana son dos naciones tan diferentes, que algunas cosas que suceden en una de ellas, parecen imposibles de materializarse en la otra. Los niveles de institucionalidad en el Norte -aunque no sean absolutamente óptimos- son muy superiores a los del Caribe, a los nuestros.

Es de ahí que un acontecimiento que en USA pudiera desembocar en un escándalo, pasa como algo insignificante en Quisqueya; y lo mismo si se registra en sentido contrario. Por eso, a pesar de ser “enllaves”, libadores de moderado alcance y frecuencia y conservadores del mismo quintil, Juan Erazo y yo tenemos muy diferentes enfoques en torno al futuro de Donald Trump y de Leonel Fernández.

Juan ve las cosas muy claras con respecto a Trump. “No hay manera de detenerlo” afirma con soltura, “porque está cumpliendo con sus promesas y la economía va viento en popa”. El caso de Fernández, sin embargo, es muy diferente al de Trump. El ejercicio del poder permite al mandatario manejar los escenarios adversos con mucho mas recursos, multiplicando su capacidad de respuesta ante cualquier embestida de sus enemigos.

Leonel por su parte, enfrenta una situación muy particular. Su mentalidad liberal y progresista, lo induce siempre a la búsqueda de soluciones frías, pacíficas; y nunca será el causante de la división del instrumento que lo catapultó hasta el poder, el partido. Eso lo sabe él y sus adversarios por igual; y por eso precisamente es que apuestan a todo o nada. Si Leonel no lo quiere todo, pues bien podría aceptar nada, razonan ellos.

Bajo esa premisa llegó Quirino Castillo al escenario político local. Seguros estaban ellos de que Leonel no se defendería, porque eso comprometería la vida misma del partido. Y ganaron esa batalla, pero no estoy seguro de si la guerra final también. La presencia del narco traficante era solo la primera etapa del plan. La segunda -que está pautada para después de 2020- no será asunto de dañar prestigios ni de lograr la reelección; el objetivo será el exterminio definitivo del grupo de Fernández en el PLD.

La suerte está echada para Donald Trump y para Leonel Fernández; y solo de ellos depende el desenlace final.

¡Vivimos, seguiremos disparando!

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