Dicen que en Dominicana no se nace, se debuta. Y si hay algo que la historia se ha cansado de probar, es que cuando un dominicano agarra un bate, el mundo entero lo mira. Esta temporada 2025 no es una excepción. Es más bien una confirmación. La tierra que juega descalza, que improvisa guantes con cartón y que convierte cualquier callejón en estadio, sigue exportando talento como si fuera un recurso natural.
Pero esta vez no se trata solo de cantidad. Se trata de impacto. Más de 100 peloteros dominicanos forman parte de los rosters del Día Inaugural. Y entre ellos, hay nombres que no solo están jugando… están marcando la diferencia, decidiendo partidos, escribiendo historia.
Juan Soto, por ejemplo, no firmó el contrato más alto en la historia del deporte solo por tener un buen agente. Lo hizo porque es un fenómeno. 765 millones por 15 años con los Mets, y aún así, lo que más asusta de Soto no es el dinero, es que todavía no ha llegado a su techo. Lidera en OPS, se embasa con una facilidad criminal, y cada turno suyo es una clase de paciencia, poder y precisión.
José Ramírez, siempre discreto, siempre letal. Con los Guardianes, sigue haciendo lo que mejor sabe: producir sin hacer bulla. Proyecciones de 30 jonrones, 30 bases robadas, y una defensa que lo convierte en uno de los jugadores más completos de la liga. El tipo de pelotero que cualquier equipo quiere, pero pocos valoran como merece.
Vladimir Guerrero Jr. decidió quedarse en Toronto, y Toronto se lo agradece con aplausos cada noche. 14 años y 500 millones de razones para seguir construyendo su historia en azul. Vladdy es fuerza bruta con disciplina, herencia con rebeldía. No quiere ser solo el hijo de, quiere ser el primero de muchos.
Y entonces aparece Julio Rodríguez, que no juega, hipnotiza. Su defensa en el jardín central es un espectáculo silencioso y su ofensiva, un martillazo constante. Es de esos que brillan sin tener que hablar. Seattle lo sabe. Y Dominicana también.
Framber Valdez, el zurdo que ya es leyenda viva en Houston. Otra vez abridor del Opening Day. Otra vez demostrando que la humildad no está reñida con la grandeza. Framber no necesita escándalos para figurar. Su dominio en la lomita habla en mayúsculas.
Y si de velocidad hablamos, Elly de la Cruz parece sacado de una caricatura. Corre como si el diamante le quemara los pies. Lo proyectan como líder en bases robadas de la Nacional, pero más allá de las estadísticas, verlo jugar es presenciar una energía que contagia. Un fuego que no se apaga.
Y mientras los focos están arriba, desde abajo ya se mueven nuevos nombres. Samuel Basallo, Leody De Vries y Jasson Domínguez ya están en la conversación de los mejores prospectos. La fábrica de talento dominicano no descansa. No conoce recesos. Solo conoce hambre.
No somos invitados en la MLB. Somos protagonistas. Somos los que dan el batazo decisivo, los que dominan desde la lomita, los que roban la base y también el show. Esta temporada 2025 vuelve a decir lo que llevamos años gritando: si hay béisbol, hay dominicanos. Y si hay dominicanos, hay historia.
