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19 de abril 2024
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Dominicano de corazón

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No escapa a nuestro conocimiento que en los últimos veinte años la República Dominicana ha tenido un ascenso inusitado en el ámbito económico y social, relacionado en gran medida, a la inversión extranjera producto de la globalización.

Ese proceso de inserción a un mundo globalizado, ha dejado grandes retos a los países pequeños que, como República Dominicana, hasta hace poco tenía en debate nacional asuntos que ponían entredicho su soberanía, autodeterminación, identidad y patriotismo.

Lo antes referido se evidencia en la cantidad de tiendas, supermercados y marcas extranjeras que se han instalado en nuestro país. Asimismo en los distintos colegios bilingües esparcidos en la capital.

Todo eso, fundamentalmente, de origen anglosajón.

Pero, al margen de esas cosas, reflexiono sobre algo, para mí, insólito e inconcebible.

 

Cumpleaños feliz

Hace un par de meses, mientras celebraba el cumpleaños de un dilecto amigo, quedé estupefacto luego de que intentara cantarle “cumpleaños feliz”. Puesto que, en esa ocasión, entre una veintena de personas, solo yo entoné el tradicional cántico en español (idioma oficial de la Rep. Dom. Según el artículo 29 de nuestra constitución). Los demás optaron por el inglés.

Naturalmente, aquello fue motivo de chanza. Algunos se mofaban y hacían burlas de la corta estrofa que pude cantar. Otros se silenciaron como si se trataba de un funeral. Sin embargo, me limité a reflexionar y a aguantar, estoicamente, todo cuanto había acontecido.

Desde entonces he querido, para no zaherir relaciones y afectos, reservarme mis valoraciones sobre los motivos que tuvieron para optar por el inglés, siendo todos tan dominicanos como el suscrito. En cambio, he pensado que dominicano es al que, real y efectivamente, se le eriza la piel de solo leer “Dios, Patria y Libertad”.

 

Identidad nacional

Hace 173 años que los trinitarios forjaron la dominicanidad. Lo hicieron con vocación patriótica y convicción democrática. Sin embargo, esa dominicanidad desde su concepción supuso retos, como la libertad, la democracia, la justicia social, la autodeterminación, la soberanía, la identidad nacional, entre otros.

En honor a la verdad, la libertad y la democracia son retos superados. Pero cuando vemos que en nuestro país nos hablan de crecimiento económico sostenido y lo contrastamos con la desigualdad, nos damos cuenta de que la justicia social es todavía un tema por resolver.

Cuando vemos que los tribunales superiores de la república sentencian temas relacionados a la soberanía y nos ajustamos a la presión internacional, es evidente que la autodeterminación de nosotros como nación sigue pendiente de consolidación.

En fin, cuando vamos a un cumpleaños dominicano y se canta en inglés, obviamente que todavía la identidad nacional debe ser sometida a franca restauración.

Nuestra cultura es vasta en cantos, bailes, refranes y demás manifestaciones folklóricas, propias de nuestra dominicanidad. Por consiguiente, el reto de levantar la voz, nuestros cantos, nuestro idioma y nuestra cultura en toda su extensión, es de todos los dominicanos. A quienes verdaderamente se les eriza la piel de solo escuchar “Quisqueyanos valientes”.

Sepamos entonces, que anteponer lo nuestro, lo propio, lo endémico, frente a la escurridiza intromisión de las costumbres foráneas, es el primer paso a la consolidación de nuestra cultura y nuestra identidad como nación. Valor tan fundamental, como el existir.

Juan Pablo Duarte, el más insigne dominicano de toda nuestra historia, dijo lo siguiente: “Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la patria”.

Con ese mismo juicio y corazón entoné aquel cántico de cumpleaños a un amigo. El mismo que entono hoy para nuestra República Dominicana por su 173 aniversario y el mismo que entonaré hasta el último hálito de mi existencia.

¡A esos dominicanos de corazón, ¡Feliz Independencia!

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