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28 de diciembre 2025
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OpiniónCAROLINA SADDLERCAROLINA SADDLER

Dilemas éticos y socioeconómicos de los multimillonarios

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Si tomamos en consideración las problemáticas del mundo, la figura del multimillonario, celebrada a menudo como la “cúspide” del éxito, plantea serios dilemas éticos y socioeconómicos, pues la concentración extrema de la riqueza, por parte de un solo individuo, no es un fenómeno neutral, sino una fuerza que moldea la sociedad de manera que puede ser profundamente negativa.

Y es cuando el mayor porcentaje de riqueza se concentra en las manos del menor porcentaje de individuos, obviamente hay un problema.

En el mundo de los billonarios no hay equidad, justicia, o una reflexión real de la sociedad en la que vivimos. Tampoco existe lo moralmente correcto, si se toma en consideración las carencias que enfrenta la mayoría de la población mundial.

O sea, el argumento más sólido planteado “contra” la existencia de multimillonarios es su papel en la desigualdad económica del mundo.

Hace pocos días se anunció que Elon Musk, el hombre más rico del mundo, será dentro de poco el primer “trillonario” de la historia. Un simple ejemplo de las disparidades y realidades “alternas” con la que tenemos que vivir.

Y es que la brecha extrema, la riqueza del 1% más rico del mundo supera el doble de la riqueza poseída por más de 7 mil millones de personas alrededor del mundo.

Una divergencia que limita la movilidad social y niega el acceso a derechos básicos, como la salud, la educación de calidad, un lugar decente donde vivir, y hasta una pensión justa para una gran parte de la población.

Cuando solo unos pocos acumulan la mayoría de la riqueza del mundo, se genera un impedimento para el desarrollo de la mayor población pues la concentración de la riqueza desvía recursos que podrían ser utilizados para bienes públicos generadores de crecimiento, infraestructura, y educación, mientras se dificulta y hasta se perpetua la lucha contra la pobreza a nivel global.

Lo más interesante de los llamados multimillonarios es que, en la mayoría de los casos ese cumulo de dinero tiene su origen en prácticas abusivas y cuestionables que afectan, o han impactado, negativamente a poblaciones vulnerables de forma directa.

Todos sabemos que gran parte de la riqueza extrema no siempre es resultado de un trabajo limpio, sino que, por lo general, provienen de sistemas económicos que facilitan la explotación laboral, la especulación, intervenciones, y/o que han sido moldeados por influencias políticas.

Aunque la iniciativa individual y el éxito financiero son valores respetados, la acumulación de riqueza a nivel de los billonarios es un síntoma de fallos estructurales que fomentan la desigualdad, destruyen la democracia y plantean serias preguntas sobre la ética del capitalismo moderno.

Una fortuna de miles de millones de dólares se traduce directamente en poder político y social, en un mundo en donde las elites económicas pueden influir abusivamente en las leyes y políticas gubernamentales a través de “lobbies”, donaciones y hasta manipulaciones.

Lo que asegura que el sistema funcione a favor de los intereses particulares, y no del interés general, un fenómeno que se conoce como captura del Estado.

Mi planteamiento no es sobre si el dinero es “bueno o malo”, o si superarse es necesario o no, sino sobre si la riqueza extrema concentrada, en una sola persona, es compatible con una sociedad progresista, justa y equitativa.

Pero ¿qué se puede hacer con los millonarios? ¿Se podría impedir que la gente quiera progresar, tener una mejor vida o una mayor cuenta bancaria? Definitivamente no. Es normal y totalmente saludable que queramos desarrollar nuestro potencial, avanzar y tener estabilidad económica.

No obstante, lo correcto sería que los Estados puedan aplicar una combinación de políticas económicas, fiscales y regulatorias para contrarrestar los efectos negativos asociados a la concentración extrema de riqueza en manos de multimillonarios, sin que necesariamente se eliminen los beneficios que algunos generan, como inversiones, innovaciones, empleos, etc.


Por Carolina Saddler

@saddlerucarolina carolinasaddler@gmail.com

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