He ido tantas veces a tu buhardilla que podría llegar a ella sin tropiezos en modo sonámbulo , o abriendo surcos a modo de la teletransportación que la ciencia todavía no hace posible; pero ya lo logrè superando las leyes de la física.
Digo Más. Podría llegar al umbral de tu portal con los ojos cerrados, cruzando calles vadeando obstáculos, pedigüeños y vendedroes en la metrópolis que ya se ha convertido la ciudad de Santo Domingo.
Cada vez me convenzo más de que la vejez es como una profesión usurera, cobra peajes cada vez más caros, mientras los salarios no alcanzan, tal cual lo cantò con esplendor Lucecita Benitez, de la denominada “ Nueva Ola”, que popularizò la canción “ El Aumento”; una denuncia de la injusticia de los salarios versus ek ubdetebuble alto costo de la vida.
Me asomo a tú vivienda y sé que estás ahí, tú figura largirucha de cuasi seis pies es una estampa con tus barbas que recuerdan al viejo y siempre joven maestro Hostos del siglo XIX. Es paciencia que se impacienta con el paso y rigor de los años.
Recuerdas al padre pròdigo de la Biblia, aquel que se asomaba en los caminos a la espera del hijo que se había ido lejos a una provincia apartada, aquel progenitor era como una estatua, que siempre espera al visitante que no llega.
Con todo el respeto que te tengo, y el afecto que me sale por los poros, eres como un gigante de azúcar, tus brazos no tienen la fortaleza de antes, la agilidad mental no es la de otrora; parece que se te escapara como agua entre las manos .
Es el paso del imperturbable tiempo, pero resulta que tù, ttienes todo el tiempo; para eso trabajaste de sol a ocaso durante décadas en dictadura y en libertad y la democracia representativa.
De todas maneras, la experiencia no se improvisa, es difícil armar un juego mental para derrotarte con una capicúa humilnate, y ganarte una mano de dominó… Hoy levanto mi taza de café y brindo por haberte ganado una partida en el frente de batalla que es la mesa de dominò.
Un beso de uno de tus nietos, es como un milagro, dibuja la sonrisa de abuelo y la riquez que muestras en tu rostro, estás tan feliz. Tienes que pensar rápido, cualquiera de tus nietos te podría ganar una partida con las 28 fichas de ese juego antiguo.
Atrás , muy atrás quedaron esos ojos vivarachos que devoraban libros de una sentadada, que indagaban sobre plantas, sobre distintas especies de flora y toda clase de estudios de creación de vegetales genéticamente modificados.
Muchos te recuerdan por los estudios que ayudaste a realizar sobre distintas variedades de arroz y otros productos del campo de la mano de investigadores que vinieron del oriente a prestar sus atinados conocimientos al país.
Pero todavía tenías tiempo,escribías sobre : poesía, filosofía e historia, y te sobraba tiempo para criar junto una gran familia con Martha, tu inseparable compañera que se mudò a vivir al cielo.
Hablo de Luis Benjamín Gómez Fermín, ese que ha escrito varios libros: En abril del 2010 puso en circulación el tercero de esto que denomina “Utopía de la Existencia Transmutante”, un estudio filosófico y viaje del ser , sociológico e histórico de distintos acontecimientos que permiten analizar en forma objetiva acontecimientos de la actualidad.
En la obra de 240 páginas y 23 capítulos se tratan temas como : Libertad es Compromiso, La Evolución de Leyendas y Mitos, Naturaleza de la Existencia del Ser, El Vientre del Universo, El Derecho y la Convicción Moral del Individuo, Fenomenología del Desarrollo Evolutivo Capitalista, y Lo Sagrado Mistifica El Mundo.
Otros libros del autor son: “Del Ser Al Infinito”, publicado en 1972 y reeditado en 1992, y “Evolución del Pensamiento Social”, que salió a la luz pública en 1993. Los tres pertenecen a la “Colección Pasado, Presente y Futuro”, del autor, que ha desempeñado distintos cargos en la administración pública entre ellos Auxiliar de la Embajada Dominicana en Argentina por varios años en los difíciles años después de la guerra del otro Abril de 1965.
Fueron los días en que recorriste toda la Argentina, y con una mochila al hombro el resto de suramèrica; esos sueños de juventud te llevaron hasta la ciudad de los rascacielos, Nueva York, donde trabjaste muy duro. Para esos días parecías una estrella de rock, con tu caminar que parecía dar saltos sobre el suelo.
Atrás, muy atrás quedaron esos ojos que se movían vivarachos sobre el papel de izquierda a derecha devorando páginas sin fin , ahora quieres vivir en paz los días, meses o años que el padre te permita; en el entretiempo has descubierto que las horas pasan más ligeras si estás acompañado de las personas a las que tienes afecto, a las que amas.
Por eso, escondes tú filosofía y tus conocimientos en la cajita que guarda el dominó, o en el novedoso juego de cartas con el que disparas al futuro esperando mejores tiempos. Con el paso de los años has aprendido a conocer a las personas.
Tus preocupaciones se reducen al café, a echar bocanadas de humo y a mantener el invicto como rey del juego de dominó en toda tú comarca.