La alfabetización de la población que no tuvo la oportunidad de ir a la escuela en el tiempo que le correspondía con respecto a la edad de los niños, jóvenes y adolescentes, debe tener en el subsistema de educación de adultos una grandiosa oportunidad para completar su meta de convertirse en bachilleres y así avanzar en los propósitos de sus vidas.
Un relanzamiento de este subsistema ayudaría en la actual crisis del área de la educación a desarrollar un proceso integral y permanente, destinado a lograr, tanto la formación de los adultos que por diferentes motivos no pudieron recibir la educación sistemática regular, como la de aquellos que, habiéndola recibido y no completado a nivel básico y medio, deseen terminar esos ciclos. En el transcurso de esas jornadas esas personas completarían el nivel primario o medio, y si los facilitadores empoderados trabajan para lograr aumentar la motivación individual en aras de su progreso, se podrían encaminar en la formación en alguno de los campos del mundo técnico profesional.
Con esta acción socioeducativa podrían integrarse al desarrollo laboral y productivo del país, alcanzando niveles superiores de autorrealización. El Estado tiene que iniciar el pago de esas dudas sociales acumuladas (y debe hacerlo), a través de políticas al respecto de cada una de esas deudas. Y esta que encamina el subsistema, seria muy favorable para muchas familias.
Como sabemos, el Subsistema Educación de Personas Jóvenes y Adultos está sustentado en la Ley de educación 66-97 en sus artículos 51-53. También sabemos, que, en la actualidad, se hace necesario formar con nuevas capacidades, que logren motivar, capacidades que vayan en correspondencia al momento que vive el país.
Los docentes que sirven en este subsistema necesitan ser tomados en cuenta, para motivarles también con becas de cuarto nivel. En tal sentido, el Sistema Educativo Dominicano debe trabajar en aras de fortalecer los procesos de cualificación profesional de estos servidores y buscar a través de ellos una cualificación social, ambas cualificaciones son esenciales para una sociedad que avanza en las áreas de comercio y servicios.
Relanzar este subsistema alentaría a muchos ciudadanos (jóvenes y adultos), que están rezagados en el mundo sociolaboral, para que puedan motivarse a completar los ciclos correspondientes a los niveles primario y de bachillerato.
Esta deuda social impostergable tiene su esencialidad en la urgencia e importancia institucional de un pago atrasado a una deuda social que debe ser saldada en forma enfática y sobresaliente, a través de políticas de rescates cualitativos para la integración social.
Estas políticas deben buscar en forma eficaz, que la deserción sea erradicada de los centros escolares, integrando procesos de participación de los padres y los habitantes del contexto -en que está enclavado el centro educativo- sobre la vida escolar en sus procesos cotidianos. Este relanzamiento alentaría a los ciudadanos a mirar hacia otras áreas prioritaria como la salud y el medio ambiente, con una mirada de colaboración, necesaria desde la ciudadanía.
La calidad de los usuarios de los centros escolares, los hospitales públicos y clínicas privadas necesitan orientación exclusiva, inclusiva y pertinente, en cuanto al uso de los servicios y la comprensión. Porque deben entender, que los que trabajan para brindarles servicios, también son seres humanos que padecen la deficiencia del sistema sociopolítico del país. En ese orden, es necesaria la participación de la comunidad, participación que se dificulta con la baja escolaridad de muchos de los usuarios, que les impide ser participe, porque no tienen la capacidad de ni siquiera para llenar una forma o formulario con sus datos personales, ni pueden comprender la nomenclatura de sus diagnósticos, ni la complejidad de los subsistemas que le brindan los servicios.
Todas estas problemáticas sociales necesitan de la formación y de la educación continuada, como medio de crecimiento particular y de desarrollo social sostenible a corto, mediano y largo plazos.
Los centros educativos instruyen, educan, capacitan y forman a los ciudadanos y en lo familiar, pertrechan a los hijos con las armas de los modales, los valores humanos, cívicos y sociales, reforzando, canalizando en forma holística e integral, al socializar con sus hijos, familiares y allegados para el bien común.
En ese orden, el aula y la familia integrada por ciudadanos letrados, interconectan a la escuela y la comunidad en una dinámica de construcción perenne en la que se beneficia la sociedad en sentido general, al trabajar juntos al ciudadano joven y adulto, en la creación del nuevo ciudadano que necesita la nación dominicana para enrumbarse al desarrollo.
La educación de jóvenes y adultos se convierte en necesidad social y política impostergable.
No solo la familia en la alianza con la escuela debe propiciar la construcción de valores humanos y sociales que ayuden al país a consolidarse en lo económico, en lo político y en lo social, hacen falta políticas y seguimiento a ellas con sus debidos instrumentos para que existan consecuencias a los comportamientos. Porque tenemos que aprender, que los planes deben ser evaluados, sin importar que los resultados no “favorezcan” al gobierno en lo político.
Los ciudadanos necesitamos que los lideres de los partidos, fomenten transparencia y honestidad política, para que así puedan exigir a los ciudadanos desde su práctica ética, cumplir con sus obligaciones.
El país necesita para sobrevivir, una ciudadanía que valores los procesos democráticos y demuestre actitudes asociativas y vinculantes a los problemas de la nación, cuestión que no puede lograrse con una ciudadanía iletrada o no alfabetizada para lo funcional.
Por todo lo antes dicho, el Estado debe iniciar con carácter de urgencia, el pago de esa deuda social impostergable.
Por: Francisco Cruz Pascual.
