Sin que sea como la discusión de qué fue primero, si la gallina o el huevo, la crisis de los partidos políticos por lo regular llega acompañada de un gran desencanto colectivo que se expresa de muchas maneras.
En algunas ocasiones y también de acuerdo a las características de las sociedades, la población se manifiesta reduciendo considerablemente su asistencia a las urnas a participar en el proceso democrático. En otras, se expresa incrementando los niveles de delincuencia y de deterioro moral.
En todos los casos es, sin embargo, una manifestación negativa y de frustración.
La República Dominicana está registrando ambos aspectos en el deterioro del sistema político, y en consecuencia social. Tenemos razones de sobra para reaccionar frente al cuadro que se puede observar en nuestra sociedad.
Un liderazgo con responsabilidad debería convocarnos para abordar los temas esenciales que pudieran evitarnos un colapso. Aquí debemos pensar en el político como en el empresarial.
Nunca ha sido bueno colapsar en ningún sentido, aunque tengamos siempre posibilidades de reponernos, pues se registra igual en una situación así un evidente retraso. Si actuamos con madurez, podemos evitarlo.




