En estos momentos existe un gran debate en Washington sobre lo que sería la suerte de los 850 mil jóvenes que ingresaron ilegalmente a Estados Unidos cuando aún eran niños o adolescentes. Estos jóvenes fueron protegidos por una orden ejecutiva del Presidente Barack Obama cuya vigencia termina en Marzo de este año.
La razón por la que Barack Obama emitió esa orden ejecutiva fue porque el congreso, dominado en ese momento por los Republicanos, se negó a aprobar una reforma migratoria que legalizaba a millones de inmigrantes indocumentados que residen el país desde hace muchos años.
La llegada de Trump a la Casa Blanca ha significado un revés para las aspiraciones de estos jóvenes de convertirse en ciudadanos de los Estados Unidos vía una amnistía. Recientemente fue emitida una orden ejecutiva que establece que no habrá renovación de la estadía para estos jóvenes más allá del mes de marzo, cuando termina la vigencia de la orden ejecutiva firmada por Barack Obama.
El Presidente Donald Trump ha retado al Congreso a que tome acción en el caso de los llamados Dreamers antes del mes de Marzo de este año, pero hasta este momento todavía esta poderosa institución no ha podido ponerse de acuerdo para salvar a estos jóvenes de lo que parece ser su inevitable salida de los Estados Unidos de América.
Los demócratas han trazado una raya de Pizarro, ya que han condicionado la aprobación de otras iniciativas a que se resuelva el status legal de los Dreamers, lo cual provocó el cierre del gobierno por un corto período, tras el cual las dos partes se dieron un plazo para negociar un acuerdo que resolviera esta situación.
La realidad es que los Dreamers no son un problema en USA sino que por el contrario son parte de la solución de muchos problemas, ya que muchos de ellos son estudiantes en el sistema universitario y otros son ya técnicos y profesionales en diferentes aéreas del saber humano.
Una sociedad como la Norteamericana no se puede dar el lujo de desperdiciar el talento humano, mucho menos en un momento tan crucial para su economía, y por esta razón estos jóvenes lejos de ser deportados a sus países de origen más bien debieran ser legalizados y mantenidos en esta gran nación.
Los Dreamers pueden aportar más a USA que los mismos Noruegos a los que Trump hizo referencia hace unos días, ya que tienen deseos de superación y de logros, algo que no creo tengan los Noruegos acostumbrados a una vida tan cómoda en su país.
Cuando se habla de visas por méritos y no por unión familiar, es mejor mirar el talento de los Dreamers y legalizarlos inmediatamente antes de tomar cualquier otra medida migratoria. Ellos se lo merecen por su esfuerzo y su conducta en USA.
Esperemos que en los próximos días el Congreso de USA se ponga de acuerdo y que produzca una ley que legalice a esos jóvenes para que se puedan quedar en USA y hacer realidad sus sueños de vida.