El pasado 30 de noviembre de 2025 tuve la oportunidad de participar en calidad de observador internacional en las polémicas elecciones de Honduras, gracias a la invitación que hiciera al Defensor del Pueblo de la República Dominicana la comisionada Nacional de Derechos Humanos de Honduras (Conadeh), Blanca Izaguirre, quien nos recibió y trató, junto a su fenomenal equipo, con alta distinción.
La noche previa al evento se temía que actores políticos de primera línea incitaran al caos y el desorden, debido a lo vivido luego de las primarias de este mismo año, que estuvieron afectadas por debilidades logísticas significativas, acompañadas de déficits de comunicación, tensiones políticas y desinformación generalizada. Aunque aquella votación terminó desarrollándose, estos problemas expusieron fragilidades estructurales del sistema electoral hondureño que inevitablemente condicionaron la narrativa y la credibilidad del proceso; todo lo anterior condicionó el ambiente previo a las elecciones generales.
Llegado el día D —como se conoce en el argot político dominicano para referirse al día de las votaciones—, los invitados del Conadeh iniciamos nuestro recorrido por las Juntas Receptoras de Votos (JRV) establecidas en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Allí se pudo constatar la concentración de las juntas en un solo edificio y un poco de retraso en la instalación de los centros de votación. Esto se debió al uso de un lector biométrico que presentó inconvenientes prácticamente en todo el territorio nacional. Por lo tanto, la cantidad de personas en espera de ejercer el derecho al sufragio era razonablemente entendible.
Tanto en ese primer centro como en el posterior que visitamos, ubicado en el Instituto Salesiano San Miguel, el flujo de personas era bastante considerable, teniendo en cuenta el retraso por la falla tecnológica antes expuesta. Sin embargo, el comportamiento cívico estuvo a la altura del evento histórico que se estaba viviendo en la República de Honduras, nada que ver con los temores previos a la jornada.
Luego, en la tarde, nos trasladamos al recinto del Colegio de Abogados. Allí estaban instaladas varias JRV, pero el ambiente era otro. Una única fila de personas, —donde se encontraban veintisiete juntas— esperando, parecía no tener fin y, una vez dentro del recinto, observamos evidentes fallas en la organización. Varias juntas estaban vacías y sus miembros trataban de encontrar electores, mientras que otras se encontraban con una cantidad considerable de personas y su proceso era lento debido al caos que reinaba. Sin embargo, otra vez solo se podía observar el comportamiento de aquel pueblo que quería hacer valer su voz a través del sufragio y que esperó horas con tal de materializarlo.
Luego de observar esos escenarios, nos trasladamos al Salón de Situaciones que instaló el brillante equipo del Conadeh. Allí no solo se contaba con un monitoreo permanente de los medios de comunicación que denunciaban cualquier situación en cualquier punto del país, sino también con una línea directa a través de la cual los ciudadanos llamaban para denunciar cualquier tipo de incidencia (una especie de alerta temprana electoral nos explicaron). Dependiendo de la naturaleza de la misma, se registraba y se refería a la autoridad competente de manera inmediata, a los fines de resolver cualquier situación que pudiera afectar de alguna manera el proceso.
No puedo concluir este espacio de reflexión sin resaltar que, a pesar de que el proceso de escrutinio se encuentra en fase de ejecución y que, como es de conocimiento público, está en medio de serios cuestionamientos por parte de distintos sectores, el comportamiento y la voluntad de los hondureños y hondureñas de —a pesar de las dificultades— permanecer horas esperando y sin mayores reportes de actos violentos durante la votación solo nos permite llegar a la conclusión de que es una ciudadanía que, a pesar de tener un ambiente político muy polarizado y de vivir varias experiencias traumáticas durante los últimos años, busca en el sistema democrático las soluciones que necesita para construir un camino de progreso y bienestar para todos y todas.
Deseamos, que las respuestas que buscan, también sean encontradas de manera pacífica.
