El día 1 de Enero del 2025 el mismo grupo que hoy se alarma, sobre todo las tendencias feministas activas, acabaron con el pastor Ezequiel Molina, quien valientemente dijo en la Batalla de la Fe, que en la mayoría de los casos de hogares con mujeres exitosas, hay un gran descuido en la familia.
Y claro, dijo una verdad irrefutable, si somos pragmáticos y no nos colocamos en posiciones extremas ni fanáticas, y observamos la realidad que vivimos en este post modernidad. La igualdad de género, tiene definitivamente límites, y cuando esos límites no se respetan, colaboramos con las estadísticas de disfunciones en la familia, más divorcios, menos matrimonios y hasta más violencia intrafamiliar.
Evidentemente con un reflejo inevitable hacia los hijos, los cuales crecen con costumbres que no son propias de los padres, sino de las personas que se encargan de “cuidarles” mientras la mujer y el hombre trabajan.
Pero, ese pronunciamiento hecho por el pastor Ezequiel Molina, se quiso politizar y al final, en lugar de utilizar las mismas palabras de Jesús, cuando les dijo a sus propios discípulos: ¿ustedes también quieren irse?. Pues, la verdad y los principios no se negocian, y Jesús no los negociaba ni los iba a negociar, mejor se quedaba solo y les dijo: ¿ustedes también quieren irse?.
Pero bien, en el día de hoy, luego de la aprobación del famoso código penal, estuvo la defensa que hizo una diputado al congreso, indicando, una verdad que tampoco fue aceptada por esos mismos grupos feministas. Y claro, obligar a una persona a tener sexo no es correcto, se debe considerar como violación, y debe ser castigado. Pero, hay un punto que tal vez es el que aún las iglesias, porque les importa más que la fanaticada no se vaya que impulsar la verdad y no negociarla como Jesús no las negocio y salir a aclarar lo que realmente implican los evangelios sobre este particular.
En el nuevo testamento, se establece claramente que cuando dos personas se casan, no solo son un cordón de tres dobleces, si en medio de ellos está la fe, sino que además ya el cuerpo de uno le pertenece al otro. Esto aplica tanto para el hombre como para la mujer.
Es decir, que cuando la mujer quiere, el cuerpo del hombre le pertenece, y cuando el hombre quiere, el cuerpo de la mujer le pertenece. Aquí se mantiene una igualdad absoluta entre el hombre y la mujer.
Pero hay temas que sobre salen y se descubren con el tiempo, en la medida en que uno de los dos comienza a negársele al otro, casi siempre, óigase bien, casi siempre, el que se niega está teniendo alguna infidelidad, y no puede estar disponible en ese momento, pues las energías se agotaron en el camino. Claro, hay días malos y hasta de enfermedad o agotamiento.
Pero resulta, que como tenemos el mismo derecho que el hombre, también la mujer, que en esto tiene la de ganar pues o necesita erecciones, también está ejerciendo ese “derecho a la infidelidad” y es más, hay estadísticas que sugieren que existe más infidelidad ahora mismo de la mujer que del hombre. El hombre cada día mas, le tiene más miedo y desconfianza a la mujer.
Pero por suerte vienen los robots con IA.
Pero ¿Qué dicen las escrituras al respecto del trato del hombre y la mujer?. Hay de todo un poco y tal vez estos dos temas van juntos. El hombre debe tratar a la mujer como el vaso más frágil, y la mujer debe respetar a su marido.
Ah pero eso no es posible, el empoderamiento no lo permite, las presiones sociales tampoco, además somos profesionales, con maestrías y doctorados, trabajamos y ganamos incluso más que el hombre. Y por ello, decidimos hacer lo que nos viene en ganas.
Rompemos el orden natural de las cosas, y queremos mantener una relación y un liderazgo mutuo utilitario. Lo que nos conviene, cuando nos conviene, sin compromisos, una relación abierta, donde se pueda decir sin sonrojos: y felices los cuatro.
Un desorden moral, que mata la relación principal, e inyecta a los niños un ejemplo que para ellos no tiene explicación, pero que luego no tenemos de adultos la calidad moral de aleccionarles.
Esa danza del vaso más frágil al no te perteneces es un dilema. Pero hoy por ley queremos destruir los cimientos de lo que ha sido la convivencia en los hogares cristianos. Abusar del vaso más frágil, ni es plausible ni es tolerable sin sanciones. Pero créanme, que esas sanciones en la mayoría de los casos no son legales, se dan en la intimidad y casi siempre se quedan en esa habitación.
Promover la idea de que tenemos el derecho a sacar de la intimidad situaciones y llevarlas a un terreno legal, traerá consecuencias mucho peores, que las que se pretenden castigar. Estamos dotando a las parejas, una especie de chantaje a su disposición, y ese enfrentamiento emocional, sicológico, físico, vivencial, lejos de promover la paz en los hogares, podría promover el efecto contrario.
Las diabluras que hacen las parejas en la intimidad, primero son de su exclusiva responsabilidad, nadie las sale a contar. Personas que se exitan con prácticas que no son las naturales. Y que quizás por un tema de comunicación, hasta de conflictos por otros asuntos, que muchas veces se atenúan en la cama, entonces exploten y se dé pie al chantaje o a la denuncia, destruyendo más vidas y hogares, que los que se pretenderían proteger.
Tengo la sospecha, que se dan más casos de chantajes emocionales de la mujer hacia el hombre y más provocaciones que llevan a la violencia en todas sus manifestaciones, que las que pueden surgir por el famoso celo enfermizo machista abusador que termina en un asesinato. Las iglesias, las más serias, seguramente tocarán este tema en sus próximos cultos. La verdad que es Cristo no solo está en el centro del evangelio, sino también en nuestra bandera y escudo nacional.
Por Julián Padilla
