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17 de diciembre 2025
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OpiniónFlorentino Paredes ReyesFlorentino Paredes Reyes

Del Dr. José Dolores Alfonseca a Dr. Hazim del Senasa

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Para quienes se creen que el robo en torno a la de salud pública es algo nuevo e Inhumano, permítanme remontarme a casi 100 años de historia y presentarles una panorámica de lo que se ha venido haciendo en este país que está en el “mismo trayecto del sol”.

El gobierno de ocupación norteamericano del 1916-1924 desarrolló el primer censo que registra nuestra historia, el cual arrojó que éramos hasta el 1920, una población de 785,000 dominicanos. Por primera vez en nuestra historia se contabilizaron los maestros, doctores, abogados, agricultores y cualquier otra forma de ganarse la vida de manera rutinaria. También se registró el número de nacidos, los padecimientos más comunes y las posibles causas de muertes, sobre todo en edad temprana.

Ese censo sirvió para que se creara el Ministerio de Beneficencia Pública, mismo que tenía que ver con la salud y sus derivados. Así es como se inicia una campaña para que la gente dejé de asistir donde los brujos o curanderos, cuando sintieran una dolama, como les llamaban a los quebrantos físicos. Se crean los primeros laboratorios y se implementa la medicina diagnostica, en contraposición a las botellas, ensalmos, hechizos y males que prescribían los brujos ante la concurrida clientela.

Establecido el gobierno de Horacio Vázquez, tras los gringos abandonar el país en 1924, su médico de cabecera, el Dr. José Dolores Alfonseca, pasó a dirigir ese órgano del Estado y desde ahí inició el pillaje que por lo visto, se mantiene hasta nuestros días.

El Dr. Alfonseca en contubernio con el ministro de Hacienda, Martín de Moya, iniciaron unas campañas de vacunación contra el polio, el tétano, sarampión, viruela, polio y cualquier otra afección que sufrían los niños de la época, conforme a las estadísticas arrojadas por el censo del 1920. Para ello se compraban miles de inmunizas en el extranjero a precios bajos, las cuales eran revendidas al gobierno al doble del precio para ser aplicadas en jornadas de tres días a todos los niños del país.

El ministro de hacienda Martín de Moya aprobaba los cuartos que el ministro de Beneficencia Pública solicitaba, y así ambos, se repartían las ganancias de unas jornadas de salud que nunca fueron cuestionadas ni por el partido opositor (el Partido Progresista de Federico Velázquez), ni por la prensa de la época, que no le gustaba investigar esas cosas.

La cuestión escaló a niveles tan grande, que los primeros laboratorios para el diagnóstico médico, establecidos en los cánones de la época, eran propiedad del referido ministro de Beneficencia, quien se convirtió en uno de los hombres más ricos del país. Amparado en la amistad que tenía con el presidente don Horacio Vázquez, quien lo convirtió a partir del 1928 en vicepresidente de la República.

Las acciones del Dr. Alfonseca, fueron imitadas por otros importantes miembros del núcleo del presidente, incluyendo a Trujillo, quien pedía pertrechos militares para la guardia nacional y, en contubernio con Martin de Moya, los compraban a un precio y los vendían al gobierno a otro, cumpliendo la doble función de funcionarios e intermediarios.

La construcción de obras sociales como escuelas, hospitales, carreteras, puentes, presas y canales de riego han sido el escudo para sobrevaluar obras pedidas por el pueblo, quien las recibe con agrado ignorando el verdadero costo económico que se invierte.

La bondad de nuestros servidores ha sido un cáncer peligroso para el pueblo dominicano que, ingenuo, las considera actos de buena voluntad cuando en verdad, han sido crímenes en serie como el descubierto recientemente en Senasa.

El Dr. Hazim no es el único funcionario del sector salud en descubrir la fórmula de lograr dinero fácil amparado en la medicina de este pueblo. De seguro que si investigan esta cadena sabrán que hay farmacias que buscan cualquier excusa para no vender los medicamentos que cubren los seguros. Esto es un tema serio, pero viejo y, como investigador de la historia, les puedo asegurar con datos comprobables que el pillaje viene Del Dr. José Dolores Alfonseca a Dr. Hazim del Senasa.


Por Florentino Paredes Reyes

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