El Senado de la República aprobó en primera lectura el proyecto de ley que designa con el nombre de Johnny Ventura a la avenida Nicolás de Ovando, del Distrito Nacional.
Con solo leer el primero de los ocho considerandos motivados en la pieza que depositó el senador de la provincia Hato Mayor, Cristóbal Castillo Liriano, es más que suficiente para respaldar la iniciativa de los tantos reconocimientos que se merece el ícono del merengue, cantante, compositor, arreglista, abogado y político dominicano, fallecido el 28 de julio del 2021 en Santiago de los Caballeros.
“Querido por generaciones y considerado el padre del merengue moderno, merenguero del siglo, leyenda viviente del merengue e hijo del pueblo dominicano”, expresa la consideración inicial.
El detalle que ha provocado inquietudes en sectores de la sociedad nacional es el porqué sustituir de esa vía el nombre de Nicolás de Ovando y Cáceres, gobernador y administrador colonial de La Española (15 de abril de 1502 hasta 10 de julio de 1509), que no debió estar por solo haber ordenado el ahorcamiento de la cacique taína Anacaona y cometer atrocidades esclavistas, cuando es de mayor relevancia bautizar con Johnny Ventura a una avenida, calle, autopista u otra obra, pero nueva.
Lo que ha fallado es poner nombres a lugares públicos de personas que no posean o no hayan dejado un perfil intachable para que luego tengan que quitarlos por descontento y reclamo de la ciudadanía; y si con razón hay que remover el nombre del antiguo gobernador colonial que sea por alguna fecha importante de la historia dominicana.
Que la población se acostumbre a llamar la Ovando con otro nombre después de tantas décadas sería utópico como ha ocurrido en numerosas variaciones nominales de infraestructuras viales del país; por el contrario, se debe aprovechar la oportunidad de honrar a «El Caballo Mayor» con colocar su nombre en algo nuevo que engrandezca más su memoria y legado.
De convertirse en ley, pasarán los años, y escuchar a alguien decir: «Déjame en la Gómez con Johnny Ventura» es casi improbable.
Por Ramón Féliz Lebrón
