Pudiéramos decir que la sociedad dominicana ha estado atravesando por una crisis de confianza. Y ese estado de ánimo tiene buena base de sustentación. La gente se ha venido cansando de las decepciones, sobre todo por lo reiteradas que han sido. Han fallado los dirigentes políticos en sentido general, así como las instituciones llamadas a preservar los derechos y el orden, como son el Poder Judicial y la Policía Nacional.
Y así podemos seguir citando una por una a nuestras instancias para encontrar tal vez algunas excepciones. Y es claro que así no hay otra consecuencia que llenarse de desconfianza generalizada. Llegamos al punto en que las cosas pudieran ser legales, pero inoportunas. Probablemente es lo que podemos decir de la decisión de los jueces del Tribunal Constitucional (TC) y del Tribunal Superior Electoral (TSE), de aumentarse sus salarios atendiendo a la inflación.
Justo en un momento en que buena parte del país está cuestionando las últimas decisiones que liberan de responsabilidades, entre otros, al alcalde de San Francisco de Macorís y al senador de San Juan, ese incremento no genera más que reproches.
