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26 de diciembre 2025
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OpiniónFlorentino Paredes ReyesFlorentino Paredes Reyes

De la democracia al totalitarismo

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Desde la proclamación de nuestra Independencia en febrero del 1844, la República Dominicana ha defendido ser una república democrática. Esa democracia, entendida como la hemos aprendido, significa que la voluntad de la mayoría será la impronta a la hora de tomar decisiones o elegir nuestras autoridades.

Aunque en la práctica no es así y, apenan un 20% de nuestras autoridades son elegidas, el otro 80% se reserva al brío de uno, el presidente, quien ejerce si poder fáctico conduciendo el país por un laberinto unipersonal que daña todo lo bueno que puedan proponer los diversos sectores que componen la sociedad civil, llamada en tono despectivo pueblo.

Sin darnos cuenta, o tal vez sin saberlo, pasamos de una república democrática a un Estado totalitario representado por el Ejecutivo de turno, quien nombra en las dependencias públicas, gente sin ninguna formación académica o condición moral. Su única recomendación es, ser miembro del partido, aportar dinero o votos a la campaña, ser amigos de infancia, compañeros de estudio o alguna otra suerte de familiaridad social.

Este Estado totalitario en que nos hemos convertido, quiebra empresas estatales, beneficia grupos empresariales, estrangula el país con exorbitantes deudas externas y justifica sus yerros culpando a otros de los males presentes. Las elecciones de cada cuatro años reviven el cuento de la democracia y hasta hacen sentir a los ingenuos que el poder de elegir sus autoridades recae en la mayoría.

Las elecciones internas de los partidos deberían sacar lo mejor de una facción para convertirlo en propuesta nacional. Propuesta que compite con otras y, el resultante debe ser, un estadista capaz de hacer frente a los problemas nacionales. Esto si fuéramos una democracia.

Nuestro Estado totalitario, gasta los recursos necesarios en un candidato cualquiera que, sin idea de sus funciones, llegan a la presidencia para luego pagar asesores en saber, lo que hay que hacer. Un prepago que no mide consecuencias al momento de emprender una aventura de tipo educativa, financiera, de salud o de transporte.

El pillaje es generalizado, como resultado de ese totalitarismo, quien impone su impronta en el senado, la justicia, el ejército, el empresariado, la cancillería y cualquier órgano del país. No hay una limitante a sus caprichos y la constitución es un mero pedazo de papel que se modifica por iniciativa personal o de cualquier de sus adláteres. En esta puesta en escena de democracia, los pedidos del pueblo no son escuchados, aunque la bulla moleste sus oídos.

Si entendemos la metamorfosis de la mentada democracia dominicana y, su paso de la dictadura personalista al totalitarismo con aspecto de democrática, comprenderíamos los actos de corrupción pasados, presentes y futuros.

En este Estado ser amigo del presidente tiene sus efectos, vale mucho. Nadie cuestiona tu capacidad porque todos están doblegados a lo que diga el gobernante y sólo cuando el cáncer hace metástasis podemos enterarnos de lo mal que está la entidad.

Desde que salimos de la dictadura de Trujillo y nos adentramos en la apertura democrática, hemos creído el cuento de estar a la par de otras naciones donde se difunde con libertad el pensamiento. En verdad República Dominicana se encuentra empantanada rebatiendo los mismos problemas y no sabemos cunado dimos el paso de la democracia al totalitarismo.


Por: Florentino Paredes Reyes.

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