Consciente de que heredó un país sin drenaje pluvial en las ciudades, con un descalabro general en materia de servicios públicos y mantenimiento a infraestructuras, el gobierno del Cambio llegó atento a que debía mantenerse en modo de prevención frente a fenómenos atmosféricos como la recién pasada tormenta Franklin, que en gobiernos anteriores causaban grandes pérdidas materiales y de vida.
En los tiempos modernos aún se recuerda con tristeza y desconsuelo cuando en 1998, en el gobierno de Leonel Fernández, ante el paso del ciclón George se produjeron incontables muertes, muchas lesiones humanas y una inmensurable cantidad de pérdidas materiales debido a la desinformación y las imprevisiones de las autoridades de entonces.
Ahora, en cambio, ante el paso de la tormenta Franklin, previsto que vendría acompañado de enormes cantidades de lluvias, y con ventiscas, las autoridades se tiraron desde antes de la llegada del fenómeno atmosférico a proveer a los ciudadanos un suficiente caudal de informaciones y adoptar previsiones necesarias para que Franklin no nos cogiera asando batatas, especialmente en barriadas levantadas a orillas de cañadas, ríos y otras zonas de alta vulnerabilidad.
El primero activado fue el presidente, que ante la inminencia de la llegada al país de los efectos del fenómeno encabezó una sesión de su Consejo de Ministros ampliada, para que cada entidad gubernamental estuviera al tanto y coordinara sus recursos la posible magnitud de daños y la adopción de las medidas preventivas de lugar.
Luego encabezó Luis una reunión de trabajo del Centro de Operaciones de Emergencia, COE, asegurándose de que todas las previsiones estaban adoptadas y se proveería el flujo de informaciones suficientes y oportunas a los ciudadanos.
Se produjeron reuniones de gabinete y los jefes de departamentos de cada ministerio y dirección general del gobierno de modo que cada funcionario estuviera “al pie del cañón” cumpliendo sus responsabilidades.
De allí salieron los funcionarios a sus respectivos campos de trabajo, en funciones como las de los ministerios de Obras Públicas, Educación, Salud Pública, la dirección del Inapa, las Edes, la ayuda del Plan Social y los Comedores Económicos, y otras tantas que prestan servicios fundamentales al pueblo.
El Despacho de Prensa de la Presidencia y el Vocero de la Presidencia se mantuvieron activos proveyendo un surtido flujo de informaciones del Poder Ejecutivo, inclusive socializaron en redes la información de descarga de la aplicación AlertaCOE para que los ciudadanos se mantuvieran al día, en tiempo real, conociendo todo lo relacionado con la tormenta.
Aunque los daños resultaron menores de lo que se esperaba, Luis dispuso de sus funcionarios que le remitieran un inmediato informe detallado sobre los eventuales daños ocasionados a los fines de emprender las acciones de recuperación.
El paso de la tormenta Franklin hizo notorio el interés de Luis y de su gobierno de cuidar las vidas y bienes de sus ciudadanos. Qué bien.
POR NELSON MARTE