Nadie sensato creería que vamos bien. El crimen de la menor embarazada Emely Peguero parece encendernos la luz roja para que reaccionemos sobre lo que está pasando en nuestra sociedad. Y por si no fuera suficiente, en medio de la búsqueda de su cadáver, tras la confesión del responsable de embarazarla y asesinarla Marlon Martínez, encontramos a otras dos jóvenes muertas, una en Fantino, Cotuí, y la otra en San Cristóbal.
Estos crímenes son desalentadores en una sociedad bombardeada por tantas malas señales. Está siendo demasiado fácil tomar la opción de la muerte para solucionar los problemas. Es probable que esa creciente tendencia esté sustentada en la práctica impune con que nos hemos manejado.