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27 de diciembre 2025
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OpiniónGiancarlo VegaGiancarlo Vega

Cuando el mar nos devuelve la indiferencia

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El pasado sábado 1ro. de noviembre acompañamos a la Fundación Vida Azul en una jornada de limpieza de costas en el Fuerte San Gil. En apenas unas horas se recolectaron más de 140 bolsas, con más de 2,400 libras de residuos sólidos, en su mayoría, obviamente, plásticos. Cada botella, cada tapa, cada pedazo de espuma flotando en la orilla parecía contarnos la misma historia: la de una sociedad que aún no comprende el daño que causa al descuidar su entorno.

En los últimos años, tanto la Alcaldía del Distrito Nacional como distintas organizaciones hemos promovido programas como “Plásticos por Útiles Escolares”, “Plásticos por Juguetes”, y operativos permanentes de limpieza. Son iniciativas valiosas, necesarias y bien intencionadas. Pero algo no está ocurriendo como debería: no estamos logrando conectar emocionalmente con la ciudadanía. La respuesta social sigue siendo baja frente a la magnitud del problema.

El mar no distingue colores políticos ni instituciones. Lo que devuelve a nuestras costas es el resultado de nuestras omisiones colectivas: sistemas de manejo ineficientes, consumo irresponsable y falta de educación ambiental. Más de 8 mil toneladas de plásticos llegan cada año al océano desde distintos puntos del planeta. Parte de esa cifra tiene origen aquí, en nuestras calles y cañadas.

La experiencia de Vida Azul demuestra que todavía hay esperanza. Que el compromiso, sobre todo el de los jóvenes, puede marcar la diferencia. Pero para transformar verdaderamente la cultura del desecho, debemos pasar del gesto puntual al cambio estructural: menos consumo, más conciencia; menos indiferencia, más acción.

No basta con limpiar las playas, resulta urgente sanear los hábitos. Solo así evitaremos que el mar nos siga devolviendo aquello que decidimos ignorar.

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