Una de las preguntas más trascendentales que puede hacerse el ser humano es esta: ¿Cuál es la religión verdadera? La humanidad ha desarrollado miles de religiones, credos y sistemas filosóficos que pretenden responder las grandes inquietudes de la vida: ¿De dónde vengo?, ¿para qué estoy aquí?, ¿a dónde voy después de la muerte? Sin embargo, aunque todas proclaman poseer la verdad, no todas pueden ser verdaderas, porque se contradicen entre sí en asuntos fundamentales. La Biblia afirma de manera contundente: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17). La cuestión no es meramente filosófica, es existencial y eterna. Si hay una sola verdad revelada por Dios, no podemos ignorarla sin poner en riesgo nuestra alma.
En un mundo pluralista que exalta la diversidad, se considera “políticamente incorrecto” afirmar que hay una sola religión verdadera. Pero la verdad no es cuestión de votación ni de opinión; la verdad es absoluta. Así como 1+1=2 no admite discusión, la verdadera fe es una, no varias. La Biblia dice: “Un Señor, una fe, un bautismo” (Efesios 4:5). Por lo tanto, es nuestra responsabilidad buscar con honestidad cuál es el camino que conduce a Dios.
Muchos dicen: “Todas las religiones llevan a Dios, lo importante es ser sincero”. Sin embargo, las religiones no solo enseñan cosas distintas, sino contradictorias. El cristianismo afirma que Jesucristo es Dios encarnado, mientras que el islam lo niega. El judaísmo niega que Jesús sea el Mesías, mientras que el cristianismo lo proclama como Salvador y Señor. El hinduismo predica la reencarnación, mientras que la Biblia dice: “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). No todas pueden tener razón a la vez.
Por eso el apóstol Pablo exhortó: “Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21). La fe verdadera debe pasar la prueba de la evidencia, de la razón y de la revelación divina.
Debemos estar dispuestos a seguir la verdad aunque esto implique dejar costumbres heredadas o tradiciones familiares. Jesús advirtió: “En vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” (Mateo 15:9). La religión verdadera no es la que se hereda culturalmente, sino la que Dios mismo estableció.
Veamos brevemente algunas de las religiones más influyentes del mundo y por qué, a la luz de la Biblia, no pueden ser el camino de salvación:
El judaísmo conserva la revelación del Antiguo Testamento pero rechaza a Jesucristo como el Mesías. Sin embargo, las profecías mesiánicas en Isaías 53, Miqueas 5:2 y Daniel 9:24-27 apuntan claramente a Jesús.
El islam enseña la sumisión a Alá y niega la divinidad de Cristo. Pero la Escritura declara: “En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).
El hinduismo y el budismo presentan sistemas filosóficos de reencarnación, karma y búsqueda de iluminación sin Dios personal. La Biblia enseña que no existe ciclo de reencarnaciones sino una sola vida y un juicio final. Además, el budismo propone la anulación del deseo como camino a la paz, mientras Jesús promete vida abundante (Juan 10:10) y paz verdadera que solo Él puede dar (Juan 14:27).
El animismo y las religiones tribales adoran espíritus, astros y fuerzas de la naturaleza, pero la Palabra de Dios advierte: “No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero” (Deuteronomio 18:10).
El ateísmo y el humanismo secular niegan la existencia de Dios y colocan al hombre en el centro. Sin embargo, la Biblia dice: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmo 14:1). Negar a Dios no elimina su existencia ni el juicio venidero.
Incluso el cristianismo nominal puede ser falso cuando se reduce a ritos vacíos sin conversión genuina. Jesús dijo: “Este pueblo de labios me honra; más su corazón está lejos de mí” (Mateo 15:8). La religión verdadera no es formalismo, es una relación viva con el Dios verdadero.
La exclusividad de Cristo
Jesucristo es el centro de la fe verdadera. Él mismo afirmó: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Esta declaración es absoluta. No hay múltiples caminos, no hay múltiples verdades. El apóstol Pedro dijo: “Y en ningún otro hay salvación” (Hechos 4:12).
El cristianismo bíblico es único porque ofrece lo que ninguna otra religión ofrece: gracia y perdón. Las religiones del mundo se basan en lo que el hombre debe hacer para alcanzar a Dios.
El Evangelio se basa en lo que Dios hizo para alcanzar al hombre: envió a su Hijo a morir en la cruz por nuestros pecados y resucitó para darnos vida eterna. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
Este mensaje es tan exclusivo como inclusivo: exclusivo porque solo Cristo salva, pero inclusivo porque invita a todos los pueblos, culturas y naciones a venir a Él.
Hoy Dios le invita a dejar la religión muerta y recibir la vida que hay en Cristo. Él no busca que usted cambie de denominación, sino que cambie de corazón. Jesús dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). La verdadera religión es aquella que produce transformación de vida. Santiago la define así: “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1:27).
Si hay pecado en su vida, confiéselo a Dios. Si ha vivido en incredulidad, ríndase hoy a Cristo. Él dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).
Preguntas para Reflexión
¿Está su fe basada en la Palabra de Dios o en tradiciones humanas?
Si muriera hoy, ¿tiene la seguridad de su salvación eterna?
¿Está siguiendo a Cristo como Señor o solo practica una religión?
¿Ha nacido de nuevo y experimentado la transformación que Él promete?
¿Qué decisión tomará hoy ante la verdad de Jesucristo?
Hoy es el día de salvación. No postergue su encuentro con Dios. Él le llama a una relación personal que le dará paz, perdón y vida eterna.
Por Javier Dotel
El autor es doctor en Teología.
