Este tema de la salud mental lo queremos abordar con un poco de picardía o, quizás, utilizando un poquito de caprichos conspirativos, apoyándonos en ese paradigma de la Ley de Murphy que establece: lo que puede salir mal, saldrá mal.
Estamos observando el seguimiento insistente que se le está dando al tema de la “crisis de salud mental”, que, como una burbuja, se ha alimentado así de repente en el país. Desde hace varios meses, la supuesta salud mental de los dominicanos está en juego, y evidentemente no es posible pensar que detrás de esa promoción y del repentino gran interés que se muestra no existan otras cosas que podrían ser hasta macabras, y que podrían darle fuerza a esto que hoy vamos a plantear desde el punto de vista conspiranoide e hipotético. Aunque, como balance, de repente los cuerdos gobiernan a un pueblo enloquecido: una ecuación equilibrada, 5000 tutumpotes y 12 millones de habitantes.
Como hipótesis decimos al planeta: cuidado si queremos convertir en locos a los disidentes de los despropósitos que ustedes, los políticos, logran combinar, siendo capaces, como se sabe, de hacer cualquier cosa por dinero con la República Dominicana. ¿Alarma con la salud mental? Al menos en los titulares hay una alarma con la salud mental.
Insistimos de manera desproporcionada en la promoción que se hace, y decimos: ¡cuidado si lo que andamos buscando es crear disonancia cognitiva! Una disonancia en los pequeños grupos específicos que, siendo ya víctimas, crean que tienen problemas o que son inadaptados sociales porque no están de acuerdo con lo que hacen quienes traicionan la patria o la partidocracia arrodillada al interés supranacional.
Parece que se intenta frenar lo que no se va a poder frenar de ninguna manera. Frenar lo inevitable, porque, por el camino que estamos yendo, va a haber un despertar popular, y ese despertar va a traer al país violencia y anarquía. Pero si atrapamos a los conspiradores y los internamos en un nuevo 28, al menos frenamos un poco ese intento de hacer justicia con sus manos del enloquecido pueblo dominicano.
Y lo venimos diciendo desde hace mucho tiempo: seguimos llevando el barco de la nación a un abismo, seguimos accionando, legislando e implementando las medidas impuestas por el enemigo público número uno de la patria en este momento, que es la ONU, y todos los arrodillados locales.
Entonces, cuidado con eso, porque esa técnica del ninguneo y del gaslighting, como le llaman los expertos, consiste en manipular la conciencia y las emociones mediante narrativas hechas virales para que aquellas personas que se atreven a decir lo que piensan, a tener juicio crítico y que no están de acuerdo con lo que se hace en este país se callen, so pena de ser sometidas a tratamientos apropiados para el 28. Entonces, esas personas serían consideradas como personas con graves trastornos y problemas de salud mental, merecedoras de un internamiento.
Esto parece una locura, ciertamente. Sin embargo, sería un experimento importante, nadie sabe si ya acordado con algún interés supranacional. La nación dominicana sería otra vez un conejillo de indias. Pero, como somos capaces de eso y de más por dinero, no sería nada extraño ser un nuevo laboratorio del tipo sátrapa, Auschwitz o de Chapita.
Pero con el tema de la verdad, que es imposible de callar, recordamos al alma grande de la India, Mahatma Gandhi, quien decía: no importa que sea una sola persona la que tenga la verdad; aunque sea una sola persona y no la mayoría, la verdad la tiene esa sola persona. Es que la verdad no es relativa, la verdad es absoluta. Es verdad o no es verdad, tan sencillo como ese pensamiento de la lógica.
Así que esa técnica del ninguneo, de hacer creer a la otra parte que tiene problemas con esa narrativa pagada y hecha viral, para que la persona sienta dudas sobre sus luchas o si tiene la razón, y que claudique o se sienta fracasada, es un golpe mortal a la autoestima, totalmente manipulado y que atenta contra esa misma necesidad humana de autorrealización planteada en la jerarquía de las necesidades por Abraham Maslow.
Pero destruir ese pensamiento de autorrealización de aquellos que, con lógica, raciocinio, juicio crítico, buena fe y nobleza, intentan influir elevando la conciencia y apoyados en la verdad, es un gran delito. Y utilizar el criterio de la salud mental para hacerles dudar de sí mismos al crear disonancia cognitiva sería otro gran delito. ¡Cuidado con inventar más con el pueblo dominicano, que confianza no hay en nada que tenga que ver con la política, ni los partidos, y, si se equivocan, tampoco con el gobierno del cambio!
Tenemos que cuidarnos de los inventos y activar las alarmas, porque hay más bandidos que serios y más locos que cuerdos en nuestra sociedad. Aunque ciertamente hay personas que andan en las calles y que usted se da cuenta de que tienen problemas, que probablemente necesiten estar internas en algún sitio y hace tiempo han sido olvidadas por el Estado.
Pero hacer valer esta hipótesis propia de una satrapía para sacar de circulación a personas que están en su pleno juicio solo porque no están de acuerdo con las decisiones de los políticos, de todos ustedes, entonces habría que pensar si lo que se está haciendo es un plan maquiavélico, surgido en el mismo infierno del pensamiento de los anatemas de la política, que solamente quieren el poder para hacerse ricos y para hundir cada día más la República Dominicana.
Manipular para que la gente crea que está mal: ese es el entramado típico del psicópata integrado a la política y del narcisista perverso. Muchos juegos utiliza este demonio solamente para manipular, y uno de ellos es hacer creer al otro que es quien tiene problemas.
Cuidado con eso, porque ciertamente es posible que se haya descuidado la salud mental de mucha gente ya indigente, pero hay una línea muy fina y un paso muy corto para utilizar este argumento para sacar de circulación a disidentes y a un grupo de intelectuales, señalándolos como personas con problemas de salud mental por no compartir los despropósitos que se desean implementar en la nación dominicana.
Por Julián Padilla
