Los niveles de violencia que se observan en la realidad social de la República Dominicana resultan más que preocupantes. Son una verdadera tragedia colectiva y se expresa de múltiples maneras.
Es más que obvio que escaseamos de convivencia social, de tolerancia, de cortesía y de solidaridad. Incluso, extraño en un país que se caracteriza por su alegría.
Nos falta promover esos valores para construir una conciencia ciudadana que evite tantos crímenes, agresiones y peleas innecesarias. Que frene las aptitudes agresivas frente a cualquier dificultad.
Y que coloque sosiego en nuestros corazones para ponernos en el sentido del límite en las situaciones complicadas, sin apelar a la ira y al enfrentamiento.
