En una época en la que la política suele medirse por titulares engañosos y olas pasajeras, el trabajo del congresista Adriano Espaillat ofrece un contraste claro: resultados legislativos visibles, presencia comunitaria y un liderazgo que une. Su labor en el Congreso de los Estados Unidos y en el distrito congresual 13 de NY demuestra que la representación efectiva se construye con constancia, datos verificables y una visión que conecta lo local con lo global.
Solo en 2025, Espaillat introdujo más de 40 proyectos de ley, copatrocinó cerca de 300 iniciativas legislativas y atendió en sus oficinas más de 4,500 casos de constituyentes, además de organizar 12 foros comunitarios sobre inmigración, educación, salud y desarrollo juvenil. Estas cifras no son abstractas: detrás de ellas hay familias que recuperaron beneficios, estudiantes que accedieron a oportunidades y comunidades que lograron inversiones largamente postergadas.
Un ejemplo concreto es su gestión de fondos federales para el distrito. Gracias a su trabajo legislativo y de abogacía presupuestaria, el NY-13 obtuvo $7.7 mil millones para la expansión del Metro de la Segunda Avenida, $1.6 mil millones en subvenciones federales, $200 millones para la remodelación de la Armería de Kingsbridge y $40 millones para el Centro Cultural del Alto Manhattan.
A estas inversiones se suma la asignación de $4.1 millones para la adquisición del edificio del Centro Charles B. Rangel para la Capacitación de la Fuerza Laboral en Infraestructura, con el objetivo de transformar la histórica Casa de Exalumnos en un centro comunitario de desarrollo laboral basado en habilidades.
En comunidades históricamente marginadas, estas inversiones no son un lujo: son una corrección tardía a décadas de abandono.
La relación del congresista Adriano Espaillat con Harlem no es circunstancial ni protocolar. Como sucesor del histórico congresista Charles B. Rangel, ha asumido la representación de la comunidad con una conciencia clara de su peso simbólico y de sus urgencias sociales. Ha defendido a Harlem tanto desde el piso de la Cámara como en el terreno, denunciando recortes que afectan hospitales de la red pública, protegiendo programas de vivienda asequible y defendiendo el transporte público como una herramienta de equidad.
Además de su defensa de los fondos para la expansión del Metro de la Segunda Avenida, un hito particularmente significativo fue su liderazgo para lograr la designación del Parque Holcombe Rucker como sitio histórico nacional, reconociendo el valor cultural y social del baloncesto en Harlem. Al anunciarlo, Espaillat subrayó que se trataba de “honrar una institución que pertenece a la comunidad y que ha proyectado a Harlem al mundo entero”.
Asimismo, ha impulsado fondos para preservar espacios históricos y culturales, fortalecer centros de personas mayores, mejorar la seguridad ciudadana y promover oportunidades educativas para jóvenes de su distrito, entendiendo que el desarrollo no puede darse a costa del desplazamiento ni de la pérdida de identidad.
Tras una serie de incidentes antisemitas, actos de islamofobia y ataques de odio motivados por razones religiosas en Nueva York, Espaillat ha sido claro y firme en su postura:
“El odio no tiene cabida en nuestras comunidades. Atacar a una comunidad por su fe o su identidad es atacar los valores fundamentales de nuestra democracia”, ha dicho.
En un distrito diverso como el NY-13, su enfoque ha sido inequívoco: la seguridad y la dignidad de una comunidad fortalecen a todas las demás.
En materia migratoria, Espaillat ha asumido una postura frontal. Como presidente del Caucus Hispano del Congreso, encabezó un plan nacional de diez puntos para reformar ICE y reforzar la supervisión congresual. Tras visitar centros de detención, fue categórico:
“Lo que vimos reafirma las claras violaciones tanto de la ley como de los valores estadounidenses. Esta no es la forma en que Estados Unidos debe hacer cumplir sus leyes”.
Esa convicción lo llevó a demandar a la Administración Trump-Vance por bloquear el acceso del Congreso a instalaciones de ICE, una batalla legal que logró restituir el derecho de supervisión legislativa. No se trató de un gesto simbólico, sino de una defensa directa del debido proceso y de la dignidad humana.
La dimensión del congresista Espaillat trasciende Washington y Nueva York. Su vínculo con la República Dominicana, su país natal, y su constante defensa de la isla son notables. Fue un defensor clave del histórico acuerdo de Cielos Abiertos entre Estados Unidos y la República Dominicana, una medida que redujo los costos de los vuelos y amplió la conectividad para millones de dominicanos en la diáspora.
Ese mismo compromiso se expresa en el terreno cultural. Bajo su liderazgo, Washington Heights fue designado como el primer Distrito Histórico Cultural Dominicano en Estados Unidos, institucionalizando el legado de generaciones de dominicanos que han transformado el Alto Manhattan.
En sus propias palabras, se trata de “reconocer que nuestra historia no es periférica, sino central”. Esa visión explica por qué ha impulsado resoluciones para estudiar la relación histórica entre Estados Unidos, la República Dominicana y América Latina, y para elevar la voz de la diáspora en los espacios de poder.
Adriano Espaillat es hoy el único congresista de origen dominicano en el Capitolio. Pero su liderazgo no se define por una sola identidad, sino por su capacidad de articular comunidades diversas: latinas, afroamericanas, judías, inmigrantes y trabajadoras. Harlem, Washington Heights, Inwood y El Bronx encuentran en él a un representante que entiende que la justicia social no compite con la memoria histórica ni con la seguridad comunitaria: se complementan.
En tiempos de ruido, su trayectoria ofrece una lección poco común: la política aún puede ser un ejercicio serio de servicio público cuando se hace con raíces firmes, datos claros y una vocación auténtica de inclusión.
Jaime Vargas es un empresario y líder comunitario dominicano en Nueva York, que brinda asesoría profesional sobre los programas de Medicare y Medicaid a personas mayores, personas de bajos ingresos y familias inmigrantes.
Élida Almonte es una destacada empresaria y líder comunitaria dominicana, fundadora y presidenta de la Cámara de Comercio Dominicano-Estadounidense y creadora del Dominican Taste Festival.
Por Jaime Vargas y Élida Almonte
