La construcción de la realidad particular de cada individuo se concretiza, edifica o hace, a través de la cotidianidad y ella induce al individuo a entender situaciones sociales, políticas y culturales. Es desde ese resquicio existencial, desde donde el individuo humano arriba a una mejor comprensión de su mundo particular y del mundo en sentido general.
La vida cotidiana es fundamental para el desarrollo personal y social, porque es en ese espacio en donde se aprende, se crece y los hombres (varones y hembras), se relacionan con los demás. Esa realidad debería inducir a la escuela universal hacia el cambio de rumbo curricular, volteando la pirámide en la construcción cognitiva de las personas, porque los niños, adolescentes, jóvenes y adultos, aprenden lo que les interesa aprender. De ahí la necesidad de un profesor motivador y empoderado de las políticas del sistema educativo.
En la cotidianidad lo importante es aceptar de una vez y para siempre, que la reflexión acerca de la propia vida (vivida día a día), permite a las personas comprender mejor su existencia. Y, desde ese punto, buscar sentido a la vida, sabiendo y comprendiendo, que esta se desarrolla a partir de ser persona y de saber hacer lo que se le encomienda. Sin olvidar, que el hacer siempre debe desarrollarse sobre la comprensión del mandato, el convencimiento de que conviene y, convencidos de que se trata de una búsqueda sincera de la mejora permanente.
Los conflictos en los que el ser humano se ve envuelto, les deben desafiar para mejorar sus competencias laborales, saber manejar con eficiencia las discusiones y afrontar las múltiples dificultades con la debida eficacia y bajo el rigor ético. Porque los hombres de buena voluntad, colocan siempre por delante a la humanidad, como condición existencial.
Dentro de la cotidianidad escolar y familiar (por ejemplo), deberíamos incursionar en disciplinas como la filosofía, esa que nos guía en la reflexión del día a día y ayuda al individuo en su relación con la existencia humana, aproximándole a la comprensión del sentido de la vida.
La psicología no debe faltar en la formación escolar, porque ella estudia la vida cotidiana, ayudando a la persona a desarrollar la existencia desde una perspectiva individual, autoanalizando el comportamiento y guiando en forma reflexiva los procesos de la mente.
Cuántos incidentes y cosas se evitarían si la escuela, (por lo menos en nociones), impartiera algunas asignaturas de este aspecto tan esencial, en la contemporaneidad del presente siglo, el que por demás se torna transformador desde una perspectiva tecnológica, que encierra grandes desafíos para los humanos en sentido general.
La sociología debería estar también en el currículo escolar, porque su contenido ayudaría a los estudiantes del bachillerato (de cara a su ejercicio como futuros ciudadanos), desafiados a construir y a desarrollar una vida cotidiana desde una perspectiva social e integral, comprendiendo las interacciones y las relaciones sociales desde sus adentros.
Finalmente, la cotidianidad de la existencia es un espacio en donde cada uno vive en lo particular y lo general (individuo y comunidad), con el objeto de construir la identidad particular y la identidad de la nación. La identidad se observa en el desarrollo de las relaciones y en el sentido de la vida que poseen los ciudadanos para presentarse alegres, acogedores, hospitalarios, justos, compresivos…. o, todo lo contrario.
La cotidianidad es el espacio en donde el ciudadano construye la sociedad que necesita, para desarrollar la vida sobre los valores que desea vivir junto a los demás. Es desde ese lugar, desde donde será capaz de construir experiencias sustentadas en su forma de pensar y actuar. Los procesos de la vida nos convierten en lo que somos, por esa razón debemos trabajar filosófica, psicológica y sociológicamente a los estudiantes desde el inicio hasta el final de la escolaridad.
Trabajar desde la escuela y la familia en la construcción de la identidad nacional para que pueda ser un elemento de cohesión social, que rescate el fomento de la unidad y el orgullo nacional. Al conocer los acontecimientos históricos sin el lastre del odio, pero, consciente de que el perdón por las atrocidades del pasado, no significa olvido.
Sin embargo, el celo por la identidad nacional no debe ser utilizado para la exclusión o el conflicto, cuando se enfatizan las diferencias con otras naciones. Se trata de comprender que la identidad nacional es un concepto dinámico que evoluciona a lo largo del tiempo, y que se ve influenciado por diversos factores, como la globalización, la migración y la multiculturalidad. Este último se refiere a la convivencia de diferentes culturas en un mismo espacio, reconociendo la diversidad y respetando sus prácticas sin necesariamente implicar un intercambio o influencia mutua. Es decir, varias culturas coexisten, pero sin necesariamente interactuar o mezclarse. La interacción o la mezcolanza dependerá de particularidades que casi nunca afectan la identidad ni el carácter nacional.
Al finalizar estas ideas, debemos decir, que comprender la existencia significa ahondar en las curiosidades particulares, los miedos que hemos desarrollado en el interior, los valores que vive el individuo y lugar que creemos ocupar en el mundo de nuestra existencia. Se trata de plantearse grandes preguntas, estas pueden ser: ¿Por qué hago lo que hago?» y «¿Qué impacto quiero generar?».
Por: Francisco Cruz Pascual.
