En la música popular cubana, una canción de la que creo que es del conjunto musical del trio Los Matamoros, no sé si el ritmo o baile corresponde al llamado Son Montuno, pero lo cierto es que entre sus letras aparecen las palabras cangrejo, juey y macao, la cual dice: camina pa lante y camina pa tras, camina como el cangrejo, pa lante y pa tras, y como el juey, hay que darle candela, candela candela como el macao. El juey es el cangrejo de río para los puertorriqueños o viene a ser la jaiba para los dominicanos, el macao viene a ser una tortuga o hicotea y en nuestro país hay una playa por Higuey que recibe ese nombre, pero también por el continente asiático hay una isla o archipiélago que recibe ese mismo nombre.
Ahora bien, si el cangrejo, la jaiba, el juey o el macao, animales de la fauna no andan rápido en su marcha y hoy día pueden estar algunos de ellos pueden estar en peligro de extinción, porque muchos depredadores pueden así determinarlo, nosotros los dominicanos estamos amenazados de ser extinguidos como cultura y sociedad nacional por los depredadores y sobre todo por depredadores que tienen fuerza para tal extinción. No se trata de los vecinos del Oeste, no hablo de ellos, aunque las grandes avalanchas de ellos también contribuyen con la depredación, pero no se trata de eso. Los haitianos son una carga para los servicios públicos, pero con gran hipocresía e irresponsabilidad se ha manejado ese asunto, porque ellos son sobreexplotados por los capitalistas dominicanos que los contratan como mano de obra barata por su condición de “ilegales”.
De esto no se habla o se habla poco, como tampoco se habla de los cobros que les obligan pagar a las parturientas y ni del cobro a los que vienen al país sin tener status legal. Los haitianos pobres que vienen a trabajar barato aquí, porque de seguro que los que son contratados como asalariados cobran bajos salarios, lo hacen porque en su país (Haití) existe una burocracia estatal que cobra tributos a esos trabajadores migrantes, luego los proletarios haitianos que son súperexplotados no son los culpables de su migración y de la vida tan miseriosa que llevan tanto viviendo aquí como en su país. Por el contrario, los responsables son las autoridades, tanto de Haití como las dominicanas, y los empresarios y obtienen una plusvalía absoluta al explotarlos, ya que los ingresos netos que reciben después pagar impuestos o peajes son tan bajos y se reducen tanto que quedan por debajo del límite mínimo del valor de la fuerza de trabajo.
Lo que no podemos es negar que somos dos naciones con culturas diferentes y no podemos tampoco pretender que se fundan las dos naciones en una sola; si no se respeta la identidad de cada cultura y la autodeterminación de cada uno de los dos países como nación se caería en una entropía social o lo que es lo mismo en el caos. No es cuestión de racismo, se trata de dos identidades culturales diferentes. Es hora de que la intelectualidad haitiana escriba la historia como debe ser escrita y no diciendo lo que son sartas de mentiras, para que una burocracia haitiana que dirige el Estado de ese país siga ostentando una vida privilegiada al macerar a los pobres haitianos que emigran y al esquilmar los recursos que la madre naturaleza puso en suelo haitiano. Hace falta que la intelectualidad rescate el legado dejado por Jacques Roumain y que todos los demás intelectuales lo imiten a él; bastaría con leer su novela: Los Gobernadores del Rocío, para uno darse cuenta de la grandeza de Roumain, quien dejó este mundo con apenas 37 primaveras (1907-1944).
Respeto el punto de vista de los nacionalistas, pero no lo comparto, porque me parece que es simplista y hasta por lo visto algunos se quieren declarar apartidistas, tal vez para que no los estigmaticen, pero la realidad es que el problema no es de fácil solución pero no imposible de resolver. Los nacionalistas no plantean una solución tangible al problema, pero de una cosa podemos estar seguro la solución no está en la fusión de los dos estados. La raigambre de la desgracia actual del pueblo haitiano está en la gran y despiadada explotación a que fue sometida la mayoría de su población que era de raza negra, bajo la condición de esclava de los amos blancos, tan cruel y despiadada como en ninguna otra colonia; a esto se agrega la degradación progresiva de los suelos que fueron esquilmados en su fertilidad como consecuencia del cultivo intensivo.
La lucha antiesclavista tuvo que ser muy feroz por parte los esclavos negros, pero muy justificada, para poder liberarse de los sus amos blancos franceses no podía ser de otro modo, lo que condujo incluso a que en la primera constitución haitiana se declaraba a Haití como una república negra y se inscribiera en su bandera el lema: Libertad o Muerte. Se prohibía en esa constitución que los blancos pudieran ser ciudadanos haitianos y ser propietarios de tierras; aunque luego algunos blancos polacos desertores del ejércitos de Napoleón fue aceptados como ciudadanos haitianos, por igual libaneses residentes en ese país dedicados a actividades comerciales y también algunos alemanes vinculados a la marina mercante en puertos haitianos.
Sin embargo, algo que llama la atención es que si bien la lucha de los haitianos negros para liberarse de la esclavitud fue de tierra arrasada contra sus antiguos amos blancos franceses, los primeros aceptaron pagarles a estos una indemnización que se calcula que hoy asciende a unos 21, 000, 000,000 de dólares, que según sale en días pasados en un video en las redes están siendo reclamados en manifestaciones en Francia por parte de haitianos de la diáspora que residen allí. Muy bien justificada esa demanda si es autentico el video, mucho antes debieron reclamar la devolución de ese monto de tan injusto pago de su libertad y darle buen uso contribuyendo a reducir la desigualdad social. De no haber pagado esa indemnización por su libertad, no tenían motivos para ocupar el territorio dominicano o de la parte Este, y pretensión de la imposición en toda la parte Este de un código rural o agrario (1826) tan injusto como la misma esclavitud. Era como una suerte de apartheid rural, donde los agricultores casi no podían moverse de su lugar.
Lo más chocante es que algunos historiadores haitianos han loado en sus obras a Buenaventura, el cortador de madera del Sur que llegó a la presidencia en la Republica Dominicana, aquel presidente que llegó a pretender la anexión a Francia. Si loaban al afrancesado dominicano Buenaventura Báez, porque pensaban que este podía proteger a Salnave, pero además pagaron por su independencia a Francia la metrópoli causante sus grandes desgracias, estaban caminando hacia atrás como el cangrejo o estaban poniendo patas arribas, como el nombre de una obra de Eduardo Galeano.
Por: Francisco Rafael Guzmán F.
