En un mundo donde todos quieren ser escuchados, lo que realmente perdura es la coherencia entre lo que decimos, hacemos y proyectamos.
Hoy, muchas personas quieren brillar en redes y publican contenido a diario, repiten frases inspiradoras, comentan con entusiasmo y, a veces, toman ideas ajenas sin contexto ni profundidad. En apariencia, están haciendo “todo bien”, sin embargo, hay algo que no puede engañar: lo genuino detrás de lo que se dice.
En redes, se puede copiar, imitar un estilo, hasta construir un personaje, pero lo que no se puede simular por mucho tiempo es la coherencia interna. Esa que se percibe, aunque no hables, esa que se nota en cómo te expresas, cómo tratas a los demás, cómo manejas una crítica o una oportunidad.
Las redes sociales no son espacios para ingenuos, hay quienes observan con interés real, y también quienes miran con lupa… para juzgar, y es porque el medio digital se ha convertido en una especie de espejo colectivo, y ahí, lo incoherente se nota más rápido que nunca.
Construir una marca personal es saber qué decir, saber cuándo no decir nada, es respetar el origen de las ideas, tener la humildad de reconocer inspiración de otros y la autenticidad de agregar valor en lo que hacemos, con ética y respeto.
El mundo digital es una especie de vitrina, y también es una bitácora, ya que todo deja rastro, y más allá de la visibilidad o los “likes”, lo que realmente sostiene una reputación es la manera en que nos comportamos fuera del escenario, según la forma en que cuidamos nuestras palabras… y también nuestros silencios.
Aprendizaje. Una marca personal necesita coherencia. Esa coherencia que no se borra con el ‘scroll’, que no depende del algoritmo y que no se construye con estrategias, sino con integridad.
En tiempos de sobreexposición, elegir ser fiel a ti es el acto más valiente… y memorable.
Profesional en Gestión Humana, enfocada en el desarrollo del talento, la cultura
organizacional y el bienestar laboral. Apasionada por crear experiencias que conecten a las personas con su propósito profesional y humano.
Por Belma Polonia González
