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25 de diciembre 2025
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OpiniónRafael Emilio Bello DiazRafael Emilio Bello Diaz

Cerebros violentos

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Dos personas se ultimaron a tiros en un enfrentamiento ocurrido en una estación de combustibles, en la avenida Charles de Gaulle, en Villa Mella, Santo Domingo Norte. Se informó que se trata de un agente de la Policía Nacional y un civil que habría discutido por un turno para echarle combustibles a sus vehículos.

La violencia es un fenómeno complicado que tiene raíces diversas, incluidos factores biológicos, psicológicos, y sociales, que se combinan en una compleja interacción. El estudio de los factores biológicos predisponentes a la violencia ha cobrado mayor impulso en los últimos años gracias a la aplicación de nuevos métodos de la Psiquiatría Biológica, las Neurociencias Cognitivas, y la Genética Médica, que junto a los métodos de las Ciencias Sociales van a permitir especificar la participación de estos factores biológicos en las conductas agresivas.

Todos estos elementos indican la importancia de los factores biológicos, en particular el funcionamiento cerebral, en la conducta violenta; sin embargo, es claro que en el comportamiento violento también confluyen diversos factores ambientales como por ejemplo el abuso de sustancias toxicas, maltrato infantil, familias disfuncionales, el fracaso escolar y social.

La corteza prefrontal dorsolateral (CPFDL) es la porción más nueva de la corteza prefrontal, y se encuentra relacionada con los procesos cognitivos más complejos que el humano ha desarrollado a través de su evolución (Fuster, 2008). Soporta procesos como son las funciones ejecutivas de planeación, abstracción, memoria de trabajo, fluidez (diseño y verbal), solución de problemas complejos, flexibilidad mental, generación de hipótesis y estrategias de trabajo, seriación y secuenciación

Stuss & Alexander y algunos autores la han relacionado con el aspecto «frío» de la toma de decisiones. Las porciones más anteriores de la corteza prefrontal se encuentran relacionadas con los procesos de mayor jerarquía cognitiva como la abstracción y la metacognición.
La corteza órbitofrontal (COF) participa en la regulación de las emociones y conductas afectivas, principalmente en la conducta y la toma de decisiones basadas en estados afectivos. Se encuentra involucrada en el procesamiento de la información relacionada con la recompensa, permitiendo la detección de cambios en las condiciones de reforzamiento, necesarias para realizar ajustes y/o cambios significativos durante el desarrollo de una acción o conducta. Está estrechamente conectada con el sistema límbico, especialmente con la amígdala cerebral; por lo que se le ha relacionado con el sistema emocional para la regulación de la conducta.

La corteza prefrontal-medial (CPFM) soporta procesos como el control inhibitorio, la detección y solución de conflictos, y el esfuerzo atencional, también participa en la regulación de la agresión y de los estados motivacionales.

La neuroquímica de la agresión impulsiva: la serotonina, Aunque otros neurotransmisores y hormonas se han asociado con el comportamiento agresivo, el neurotransmisor más intensamente estudiado ha sido la serotonina o 5-hidroxitriptamina (5-HT). Que es fabricada en los núcleos del rafe del tronco del encéfalo.

Neuropsicología y violencia: La evidencia empírica ha mostrado que los sujetos violentos y psicópatas muestran una diversidad de anormalidades neurocognitivas, más recientemente en relación con la disfunción de las funciones ejecutivas y de forma consecuente de la CPF. Actualmente los autores señalan una la disfunción de la amígdala y de la COF más específicamente

Los estudios neurobiológicos sobre la agresión humana han prestado atención sobre todo a estructuras subcorticales como la amígdala y a estructuras corticales como la corteza orbitofrontal, la corteza prefrontal ventromedial y la corteza cingulada. En cambio, para los centros organizadores de la agresión, sobre todo impulsiva, todavía debemos seguir basándonos en estudios llevados a cabo en animales como el gato. Los estudios revisados no son concluyentes, pero sugieren que la conducta violenta podría ser el resultado de la disfunción entre la actividad cortical y la subcortical.

El autor es miembro de la carrera de investigador del MESCYT

Por: Dr. Rafael Emilio Bello Díaz.

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