Siendo nuestro primer artículo de este nuevo año, creo propicio reiterar y promover la necesidad de fortalecer los centros de formación de combate al crimen, esta fue la última reflexión en el 2017, la cual deseamos retomar con mayor amplitud en esta entrega, dada su importancia de cara a los retos en materia de seguridad pública.
Estos retos, están íntimamente relacionados conforme marcha la humanidad en su proceso histórico, desde una sociedad agrícola centrada en las costumbres, a una moderna con gran presencia urbana producto de los avances industriales del siglo XVIII. Y en la actualidad afrontamos los desafíos de una cuarta revolución tecnológica, que según Klaus Schawb “modificará fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos”.
Advierte el autor de la cita y fundador del Foro económico Mundial, sobre su escala, alcance, complejidad y sobre todo su acelerada transformación, cuya marcha derriba la barrera del tiempo. Nosotros como país; estamos viviendo una especie de metamorfosis en nuestro sistema educativo, denominada revolución educativa que cambia el espacio, recursos, métodos y aplicación de la enseñanza bajo el paradigma de las competencias, lo que a su vez obliga al personal docente estar acorde con la melodía que dirige el ministro Andrés Navarro.
Hacemos este preámbulo de perspectiva global y local, porque está intrínsecamente ligado a la capacidad de adaptación que deben de tener los centros de formación de seguridad ciudadana, primero para establecer una visión universal sobre la constante mutación de la criminalidad producto de los avances científicos, segundo para asumir que se está formando una nueva ciudadanía con la evolución de la escuela dominicana y tercero el rol que tiene la tecnología, de manera especial las redes sociales que marca un cambio de la relación policía-comunidad.
Y precisamente, son las redes sociales que han exteriorizado un “diagnostico” de la función policial que se traduce en carencias comunicativas en la resolución de conflictos, falta de “armas menos letal” para doblegar a individuos y multitudes, debilidades en la aplicación de técnicas físicas de rendición, deficiencias en el uso de la autoridad y acciones operativas, que en definitiva empañan a las instituciones del orden y la seguridad.
El actual contexto interpela a los centros de formación de seguridad ciudadana y combate al crimen a impulsar un debate teórico que conduzca a concebir la función de los agentes ante esta nueva realidad social, e invita analizar y estructurar una formación basada en el desarrollo de habilidades orales y operativas. Plantea también la necesidad de prácticas continúas con espacios y herramientas que contribuyan a tener una fuerza policial con capacidad para enfrentar los males imperantes en el actual escenario.
De manera que hacemos un llamado para abrir un espacio de reflexión, ya sea bajo la modalidad de un congreso, panel o seminario internacional. Proponemos que dicho cónclave aborde el proceso histórico- policial de América Latina desde el enfoque militar que dieron los regímenes dictatoriales a las fuerzas del orden público, teniendo como común denominador la represión y la violación de los derechos humanos, hasta llegar a la profesionalización, actuación ética, proximidad, uso de inteligencia estratégica y operativa para combatir el crimen.
Otro elemento que sugerimos para la discusión son las visiones y perspectivas sobre los modelos de seguridad ciudadana, en ese tenor un grupo de investigadores de la Universidad del Rosario en Colombia, identificó tres: El Modelo Inmunológico Estadounidense, en este la función policial busca fortificar los mecanismos de autocontrol de la colectividad. El segundo Modelo es el Profiláctico Europeo, que busca impedir los actos criminales y ataca las causas que pudieran dar su origen, de manera que el papel del Estado a través de sus instituciones procura mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, en particular lo concerniente a la educación. El último modelo, es el aplicado en países en vía de desarrollo llamado Modelo de Hábitos Saludables, es asumir una serie de conductas que limiten los actos violentos.
Llego la hora de unir, conectar y proyectar los planes de formación, capacitación y adiestramiento con los requerimientos que la función policial demanda en la actualidad y los mismos deben ser fruto de un ejercicio académico que trace las pautas, de igual forma sacar provecho a la experiencia de hombres y mujeres que han contribuido en su desarrollo institucional.
¡Ojala que nuestra propuesta tenga acogida, para el bien de las instituciones del orden y la paz ciudadana! Concluyo con esta frase “No sobrevive la especie más fuerte, ni la más inteligente, sino la que responde mejor al cambio”. Charles Darwin
