Actualmente poco se conoce acerca del conflicto territorial entre Bolivia y Chile. Ciertamente, más que un conflicto legal, es más bien histórico. El eje central del problema en términos jurídicos, surge a raíz de la modificación a la Constitución del Estado Plurinacional boliviano en el año 2009. Es ahí donde en forma expresa se hizo énfasis a la recuperación de la parte territorial que le daba acceso al océano Pacífico.
Asimismo, instruía al Órgano Ejecutivo del Estado de Bolivia a emplazar formalmente ante la Corte Internacional de Justicia de la Organización de las Naciones Unidas, a Chile, con la finalidad de llevar a este a renegociar el Tratado de Paz y Amistad, firmado y ratificado en el año de 1904.
No obstante, el principio de la controversia data del 20 de octubre del 1904, cuando ambas partes acuerdan culminar la Guerra del Pacífico. Dicho enfrentamiento inició en el año de 1879, cuando los chilenos ocuparon en armas el Departamento del Litoral, zona mejor conocida como Antofagasta. Esta zona, perteneciente en aquel entonces a Bolivia, pero habitada en su mayoría por chilenos, es un espacio que da colindancia con el océano Pacífico. Producto de esas férreas disputas, en el año de 1884 se propuso recíprocamente, una tregua parcial.
Luego de ese armisticio, los bolivianos estuvieron durante más de veinte años esperando una respuesta definitiva de parte de los chilenos para ponerse de acuerdo en los asuntos concerniente al territorio. Al respecto el Estado chileno, todo ese tiempo, no emitió una decisión determinante.
De manera que, al llegar la firma del Tratado de Paz y Amistad, en el 1904, Bolivia negocia con Chile. No solamente una paz prolongada sino, además, cedía voluntariamente el Departamento del Litoral, reconociéndole toda soberanía al Estado chileno. Esto así, a cambio de la suma de un millón 700 mil libras esterlinas para la construcción de un ferrocarril desde el puerto de Arica hasta la ciudad capital de Bolivia, La Paz. Además, el libre acceso y completa soberanía hacia algunos puertos en ese territorio, permitiendo también la instalación de agencias aduaneras propias, entre otras cosas.
Posteriormente, cuando entró en vigencia el Tratado, se suscitaron algunas denuncias de parte de Bolivia, acusando a Chile de irrespetar seriamente lo suscrito. Pero, ya la negociación se había consensuado, pactado y ratificado por ambos países.
Efectivamente, Bolivia amparándose en la radiografía histórica expuesta, abrió un proceso de demanda ante la Corte Internacional de Justicia, en el año 2013. De la cual, el Estado de Chile objetaba su competencia para cumplir las demandas de Bolivia de que se obligue a Chile renegociar aquel acuerdo.
A pesar de los recursos de oposición de parte de Chile, la Corte no solamente se declaró competente, sino, también, que conoció completamente el proceso; fallando a favor de Chile. Declarando así, el pleno derecho de no acudir a una transacción de un Tratado, si tal es contrario a su ordenamiento jurídico interno o, si sencillamente el Estado chileno no tiene interés en renegociar.
En definitiva, para Bolivia todo quedó consumado en el ámbito jurídico internacional.
La función de la diplomacia
Para muchos expertos internacionales no todo está perdido. Hay quienes manifiestan que este es el mejor momento para darle valor a las funciones diplomáticas. En ese sentido, la Cancillería boliviana debe jugar un rol activo capaz de realizar un acercamiento sosegado con su homóloga chilena para establecer un canal abierto de diálogo continuo, con miras a propiciar un acuerdo que asienta en base a mutuos intereses una renegociación.
En efecto, el camino que queda es demostrar en esencia las virtudes de la diplomacia. Para lograr objetivos que en la mayoría de los casos se creen inalcanzables. Por supuesto, con estricto respeto tanto del derecho internacional como al derecho interno de cada país.
Por consiguiente, una idea que garantizaría vislumbrar un futuro con resultados positivos sería que la Cancillería boliviana conformara una misión especial, con los funcionarios más orientados sobre este tema para sostener encuentros formales con la Cancillería de Chile. Igualmente, Bolivia deberá tener pendiente que para llegar a un convenio que haga efectivo sus propósitos, tendrá que endosar de manera voluntaria parte de las eventuales pretensiones chilenas.
Finalmente, para materializar una paz duradera y un entendimiento próspero, ambos Estados deberán llevar todas sus diferencias del Tratado a la diplomacia.
Por Nelson J. Medina
