En nuestra sociedad a los “sin nombres” ni estatus social se les hace mucho más difícil ser tomados en cuenta, y peor aún, ser reconocidos cuando demuestran capacidad y pulcritud en el desempeño de sus funciones.
Traigo esto a colación al cumplirse el primer año de la gestión del cronista deportivo vegano José Luis Bautista, como director ejecutivo del Albergue Olímpico Dominicano, Alodom.
Si José Luis ha pasado la prueba hay que darle todo el crédito al ministro de Deportes Kelvin Cruz, quien, en contra de todas opiniones y recomendaciones, decidió apostar por un amigo y colaborador de toda la vida.
Para nadie es un secreto que al momento en que Bautista llegó al Albergue esas instalaciones estaban echas un desastre, una administración sin criterio ni conocimiento deportivo, un capricho del anterior ministro, que llevó a la planta física y al personal a pagar las consecuencias.
En sólo 12 meses, y me consta porque visité en dos ocasiones el lugar enclavado en el ensanche la Fe, en donde estuvo la cárcel preventiva, este inquieto y responsable servidor público se trazó la meta de devolverle el esplendor que amerita la importante y valiosa planta física.
Sin hacer bulla ni buscar prensa, José Luis comenzó el rescate de la confianza y capacidad de la empleomanía y se rodeó de colaboradores incondicionales y dispuestos a apoyarle en todas sus iniciativas.
No fue a discutir ni a pelear con nadie, acudió al Comité Olímpico Dominicano, COD, y armonizó con su presidente Garibaldy Bautista para caminar de la mano e implementar un plan que en corto tiempo el lugar cumpla con el rol para el cual fue construido, al servicio de los atletas y deportistas en sentido general.
Las instalaciones deportivas, soportes de los atletas que se concentran en el Albergue han sido remozadas, en condiciones óptimas, para ser utilizadas con el rigor que ameritan. El pabellón de baloncesto hasta los baños hubo que rehabilitar del mal estado en que se encontraba.
Amén de la piscina y las habitaciones que reciben a los atletas de alto rendimientos y de otros niveles que son concentrados en el recinto, que tienen las comodidades mínimas requeridas, resaltando la limpieza y organización.
La Cocina del Albergue labora de manera regular con altos niveles de calidad, con un personal celoso de mantener la higiene y el buen trato a las raciones alimenticias que se sirven allí.
Con José Luis cabe la máxima que reza, que de cualquier yagua vieja sale tremendo alacrán.
