En época de crisis aumenta la sensación de infelicidad y de crispación. En estos períodos tan convulsos, diversos Estados y gobiernos se empeñan en promover leyes que contribuyen a llevar la contraria a la dura realidad. Salvo para unos pocos, la vida no es un camino de rosas, sino que está lleno de espinas. Amparados en intereses políticos y económicos, algunos gobiernos insisten en la tendencia de hacer leyes que fomentan el egoísmo y el conflicto social.
La igualdad de las personas es un sentimiento humano que nos ha llevado a revoluciones muy loables, como la francesa, la rusa o la americana. La imperfección humana hace que el desarrollo de algunas leyes no nos conduzcan a los resultados esperados. La mal llamada «ley de violéncia de género española» podria deribar en un problema grave, creando un conflicto social de proporciones imprevisibles.
Aunque muchos medios de comunicación españoles intenten manipular la realidad, el tema es que muchos hombres no confían en la justicia a la hora de solucionar problemas de pareja, separaciones o custodias. El fallo principal es que los impulsores de estas leyes confiaron en exceso en la buena voluntad femenina. Alrededor de este tema se ha desarrollado un negocio que hace olvidar que se trata de un tema de justicia social. Esta ley permite colar con mucha facilidad las «denuncias falsas» como si no pasara nada. Si a esto le añadimos que existen incentivos para denunciar a las parejas, el problema se complica. Mentir ofrece beneficios. Una mala idea en tiempo de crisis. Esta ley ha convertido a todos los hombres en presuntos culpables.
En todo conflicto siempre existen dos partes. En este tema, nunca aparece en los medios la versión de la otra mitad. El problema es que tertulianos y políticos de todo signo, aparecen escudándose en lo politicamente correcto, secundando esta injusticia, sin ser conscientes de que cualquier dia, ellos mismos podrían ser víctimas de esta perversa ley. Algunos, supongo que por desconocimiento del tema, piensan que esto no les puede ocurrir a ellos. Nada más lejos de la realidad.
Lejos de la buena intención que perseguía esta ley, ha derivado en una bomba de relojería. Muchos hombres concideran esta ley como terrorismo de Estado. Si no se rectifica a tiempo, puede que los suicidas se conviertan en sociópatas, y hasta puede que se enfrenten a los cuerpos de seguridad del Estado, a los que consideran un instrumento de esta anticonstitucional y antidemocrática ley. Cuando pensamos en «violéncia de género», la mayoría pensamos en una agresión física del hombre hacia la mujer, sin embargo cuesta creer que esto ocurra con tanta frecuencia en los países desarrollados. Tampoco se puede negar que esto ocurra en algunos casos, ya que la sociedad tiene un trasfondo machista.
En la práctica, la mayoría de las denuncias se producen durante procesos de separaciones, divorcios, custodias de los niños o simplemente por venganza o por chantajes económicos. En algunos casos existe violéncia física o psicológica, pero cuesta creer que sea en cantidades tan elevadas. Más de 340 denuncias al dia en España en el 2014. Conozco un caso realmente escandaloso. Un hombre culto, emprendedor, tolerante, que incluso colaboraba con ONG’s que fue víctima de una «denuncia falsa» para chantajearle. El tipo estaba indignado ya que, según la ley no se trataba de una denuncia falsa, sino que no se demostró que fuera culpable. ¡Que fuerte!. Un tipo que no había querido ser padre joven, sino que trabajó para tener una estabilidad, para su hijo y su pareja. Casi todo el dia en el trabajo y su ex pareja alegaba que la controlaba. Conociendo este caso empienzo a entender por que la gente se radicaliza. ¿Cómo puedes pedirle a alguien así que crea en la democracia y en la igualdad, cuando podían haberle destrozado la vida con una sola mentira? El resultado de no dejarse chantajear es que hace más de dos años que no ve a su hijo. Un secuestro amparado por el Estado. Entiendo que muy alegre con la justicia no puede estar esta persona.
En su opinión, las denuncias falsas tendrían que estar penalizadas. Aunque se demuestre que una denuncia es falsa, el daño está hecho y la otra persona se va de rositas. «Del hombre hacia la mujer, casi todo está considerado como violéncia de género» en cambio no sucede lo mismo alrevés. Está demostrado, científicamente, que las mujeres pueden ser igual de violentas que los hombres. Este asunto está socavando uno de los pilares de la democracia: la igualdad ante la ley. He escuchado decir, a personas sensatas e inteligentes, que no les intereza este tipo de democracia. El enfado de esta persona no me extraña, si tenemos en cuenta que estubo a punto de perder su casa, su negocio y la casa de su madre con una simple mentira. Por más pacifistas que seamos, todos tenemos un límite. Es evidente que uno de los fallos de esta ley, es la desproporción que conlleva el «supuesto delito». El denunciado es tratado como culpable al ser detenido, sin estar claro lo ocurrido. Se viola, de manera flagrante, la presunción de inocencia.
En su opinión, la ley permite que esto ocurra con demasiada facilidad. Su reflexión es que si el tema no se soluciona, qué clase de padre sera él, que relación tendrá con su hijo, y qué problemas tendrá el niño en el futuro, gracias a unas leyes mal planteadas, que no tubieron en cuenta los efectos secundarios. Se pregunta si merece la pena ser padre para esto. El tema me apena, ya que es una persona a la que le encantan los niños.
Según el, «Es como si secuestran a tu hijo con la ayuda del Estado». Este colega no entiende a qué tipo de genios se les ocurrio hacer una ley como esta. Desde el punto de vista de una persona que siente respeto y admiración por muchas mujeres, familiares incluidas, a las cuales habria que hace un monumento, se hace difícil hablarle de descriminación positiva. Da la impresión de que el problema se les ha ido de las manos y no saben como arreglarlo. «Los impulsores de estas leyes supusieron que todas las denuncias serian verdaderas», cuando en el mundo real la gente suele mentir por muchos motivos. Mucha gente está perdiendo la inocencia sobre este problema. Sus autores no pensaron qué podría sentir una persona cuando se le acusa falsamente de algo y la justicia mira hacia otro lado. El que fuera Ministro de Justicia ( 2004-2007) durante la presidencia de Zapatero e impulsor de esta infame ley, Fernándo López Aguilar ha sido denunciado por su ex mujer por «malos tratos». El cazador cazado. Ironías del destino.
Este asunto está generando un colapso en los juzgados españoles. Muchos hombres comienzan a pensar que lo mejor es no tener hijos, e incluso los hay que renuncian a tener parejas. Esto, lógicamente hace crecer la prostitución. Hace poco, un estudio advertía que aumenta el número de jóvenes que contratan servicios sexuales a edades cada vez más tempranas. Se trata de evitar problemas y satisfacer una necesidad biológica. Estas leyes, lejos de solucionar el problema, han envenenado las relaciones de pareja.
En la sociedad española va en aumento el número de niños mimados y consentidos. Una legión de pequeños dictadores protegidos por la ley. Cuando los padres se separan, los progenitores compiten por el cariño de los hijos a través del materialismo, y éstos lo saben. La autoridad de los padres está socavada por estas leyes. Muchos niños cuando se sienten presionados por los padres reaccionan amenazando con denunciarlos. El programa «Hermano mayor» es un claro exponente del drama que existe en muchas familias. La sobreprotección de los ninos ha hecho aflorar el debate del castigo físico y sus límites, en muchos países. En el mundo de la sanidad, ocurre algo similar. El personal sanitario puede ser agredido en cualquier momento por un paciente o se les amenaza con denunciarlos. Se está realizando un abuso excesivo del victimísmo con fines políticos y económicos muy peligroso. La estrategia del «bombero pirómano» al que someten los medios de comunicación estos temas crea un circuito difícil de atajar. Cuando hay una denuncia, y esta termina en homicidio, cómo saber si el asesino cambió tras una «denuncia falsa» o esta era verdadera. Que una persona se autolesione es muy sencillo. ¿No sería mejor fomentar las sepaciones amistosas y que no muriera nadie?
Si bien es cierto que el problema de la viólencia de género existe, hay que ser realistas y poner las cosas en su justo contexto. La mayoría imaginamos como violéncia de género la agresión física de un hombre a una mujer, sin embargo la ley sobre violéncia de género es ambigua e incluye muchas más cosas que sobrepasan este aspecto. Imaginar una pareja en la que, solo el hombre trabaja, y la mujer tiene problemas de ludopatía. Si el hombre controla el dinero de la familia a la mujer, para que no lo derroche, esto también se considera violéncia de género. Si el hombre mira el teléfono móvil de la mujer es violéncia, mientras que no ocurre al contrario. ¿No eramos todos iguales ante la ley? Diversas encuestas calculan que un 12% de las mujeres han sufrido alguna vez violéncia de género, sin embargo si preguntamos a las personas «no blancas» si han sufrido discriminación alguna vez, el procentaje sobrepasa el 90%. El problema en temas tan delicados es donde ponemos el límite entre lo que se considera legal o no.
El peligro de esta ley es que se pase del suicida solitario o el asesino que se entrega al kamikase o sociópata. Personas que piensan que la sociedad arruinó su vida; y que por tanto ellos harán lo mismo. Como los terroristas suicidas, se trata de gente que está dispuesta a morir matando.
Con la buena intención de proteger a los niños, el gobierno español aprobó una ley para protegerles. El resultado es que el principio de autoridad ha saltado por los aires. Los niños no son tontos. Muchos son conscientes de que pueden denunciar a los padres en caso de violéncia física o sicológica. En la práctica, unas 400.000 familias españolas están afectadas por este problema. No hace falta utilizar la violéncia física para imponerte a un menor, pero que ocurre cuando ellos son conscientes del poder que les otorga la ley. Se transforman en niños «malcriados» que no respetan a sus padres. Si a esto le añadimos el consumo de drogas, generalizado en la juventud, o problemas sicológicos, las relaciones entre padres e hijos (filio-parental) puede convertirse en un calvario.
Se calcula que este problema afecta, aproximádamente a un 10% de las familias. Como afirman desde la Sociedad Española para el Estudio de la Violéncia Filio-Parental (SEVIFIP) el problema puede estar en una aplicación demasiado rigurosa de la ley. Esto conduce a que los niños puedan chantajear fácilmente a sus progenitores. En algunos casos, los niños culpan a los padres de la separación y de los problemas que de ello se derivan. Muchos padres ocultan el problema por vergüenza o por las consecuencias penales que puedan derivar. Este problema ha reabierto el debate entre los que piensan que una forma «light» de violéncia, como una nalgada o una bofetada, sirven para reafirmar la autoridad parental. En los principales países europeos se conciente este tipo de castigo, mientras que en países como España, que quieren ser más progresistas que nadie, no. Si aceptamos que la felicidad es el objetivo primordial de todo ser humano, dichas leyes están provocando que mucha gente opte por liberarse de los problemas que les hacen infelices, creando una sociedad cada vez más antisocial, egoísta y materialista.
Desde hace poco, las agresiones al personal sanitario son consideradas como atentado a la autoridad. Muchos pacientes podían denunciar, fácilmente, al personal sanitario y arruinar la carrera de buenos profesionales, ya que la ley ultraprotegía a los pacientes. Se llegaron a conocer, incluso, casos de chantaje a médicos y enfermeros. Según el Observatorio Nacional de Agresiones de la Organización Médica Colegial (OMC) las amenazas, lesiones, coacciones, hurtos, injurias o vejaciones van en aumento debido a su falta de autoridad.
Está claro que hay que proteger a los alumnos, pero también a los profesores. El 28% de los docentes afirman que sido agredidos en alguna ocasión. Estas agresiones también serán consideradas como delito de atentado a la autoridad. Las penas pueden ir de uno a cuatro años de prisión. En los centros educativos de todo el mundo el «bullying» o acoso escolar es un elemento común. No se trata de un invento del psicólogo Dan Olweus, sino que se produce desde que comenzó la educación en los primeros centros.
Estamos fomentando una peligrosa costumbre en la que, casi todos los conflictos, tienen que solucionarse a base de denuncias. Insistimos en querer ver el mundo como «Alicia en el país de las maravillas», cuando la terca realidad está plagada de tensión, competitividad y lucha por sobrevivir lo mejor posible. Aplicamos neologismos a sucesos conocidos por todos para parecer modernos. El famoso «mobbing» o acoso laboral o moral es más viejo que el Capitalismo.
Es preocupante que muchos políticos vivan en otra realidad. Es peligroso el número de personas que comienzan a cuestionar este tipo de democracia. Algunas leyes erróneas deben ser replanteadas si queremos que la sociedad avance hacia una igualdad real. Las leyes, para que sean justas, deben ser proporcionales.
Para quien no lo recuerde, Bambi, es una película de animación, basada en la novela «Bambi, una vida en el bosque» obra de Felix Salten del año 1923. Es una de las obras maestras de Walt Disney. Como sucede con el animal protagonista, un corzo, se nos vende un ciervo de cola blanca, para que encaje en la realidad norteamericana de aquella época. Como en aquella tierna historia, se nos vende que todos los hombres, por el hecho de ser hombres, son malos. Simplificar tanto la realidad no es buena idea. No existe ningún estudio científico que afirme que «todas las mujeres son buenas y que no mienten cuando les intereza».
El aquella época, la serie Bambi, quería desviar la atención de una Segunda Guerra Mundial cada dia más cruel. En la actualidad, algunas leyes, camufladas bajo el paraguas de la igualdad, un objetivo loable, están causando un problema mayor. Baja natalidad, aumento de los suicidios, homicidios de parejas, aumento de la prostitución, aumento de las personas que viven solas, reducción de los matrimonios, familias desestructuradas, aumento de niños con problemas sicológicos, etc, etc, etc. Los medios de comunicación, que son empresas privadas, no quieren entrar en el fondo del asunto, haciendo un análisis demasiado superficial sobre este tema. La gran mayoría de la población no vive como Bambi, en un bosque feliz, sino en una sociedad competitiva, agresiva, violénta y con un futuro nada alagüeño. Una sociedad en la que el mobbing, las depresiones y los fármacos se encuentran en la mayoría de los hogares.
A nuestro alrededor, el mundo está plagado de guerras, terroristas, intereses políticos y económicos, mientras nos empeñamos en no ver el mundo tal y como es. El pasado 2014 fue un año dramático en el panorama internacional. El pasado año se saldó con más de 50 millones de refugiados por difrentes conflictos, algo que no se producía desde 1945. Como bien saben en Amnistía Internacional (AI); lejos de intentar acabar con estos conflictos, la estrategia de los países ricos, es mantenerlos lejos de sus fronteras o que los medios de comunicación principales los oculten.
Alcides Pimentel Paulino




