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23 de diciembre 2025
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OpiniónJosé Peña SantanaJosé Peña Santana

Bahoruco exige dignidad: Restaurar el edificio de la Gobernación

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En el centro del municipio de Neiba, se está cayendo un símbolo del Estado, no se esta cayendo una vieja estructura. JPS

El edificio levantado en esta demarcación en los años fundacionales de la provincia, no se trata de un simple local administrativo para alojar oficinas, que se ha deteriorado con el tiempo, sino se trata de la casa histórica del Poder Ejecutivo, la sede simbólica del presidente de la República en la provincia Bahoruco, el espacio físico donde generaciones ejerció la representación directa del Estado dominicano.

Hace ya algún tiempo, ese edificio presenta profundas grietas, visibles desprendimientos y se a convertido en una amenaza latente para quienes transitan o penetran a lo interno de su estructura. No estamos exagerando; es un hecho físico, palpable, real, concreto y medible. Ante esta realidad, el silencio oficial resulta tan inquietante como el daño estructural que denunciamos en estas letras.

Aunque justo es resaltar que, a iniciativa del diputado al Congreso Nacional, del partido de gobierno por la provincia Bahoruco doctor Juan Bolívar Cuevas Deivis, ha surgido una propuesta de construir un nuevo edificio gubernamental que albergue las oficinas publicas en Bahoruco. Esta merece ser considerada como toda iniciativa orientada a mejorar las condiciones del servicio público; no obstante, hay una diferencia sustancial entre ampliar el Estado y borrar sus símbolos. Construir no sígnica en ningún caso sustituir; modernizar no puede equivaler a destruir la memoria institucional.

En otros países, los edificios de gobierno se restauran y se resignifican. No se borran. Las capitales del mundo exhiben con orgullo sus sedes históricas del poder civil, aun cuando han construido complejos modernos para funciones administrativas. Eso es conciencia de Estado.

Eso es madurez institucional.

El presidente de la Republica debe estar enterado de esta situación. No debe permanecer ajeno, no se trata de una simple decisión administrativa, se trata de una definición política sobre como el Estado mira a sus provincias históricas. Abandonar la antigua Gobernación de Bahoruco equivale a enviar un mensaje peligroso, que en “el sur profundo puede prescindirse también de su memoria”. Bahoruco no pide un lujo. Bahoruco exige dignidad. Aquí no se defiende una pared vieja. Aquí se defiende la presencia del Estado.

Bahoruco exige que su sede histórica sea restaurada, reforzada y devuelta a funciones simbólicas y representativas del poder Ejecutivo, exige que se actúe con sensibilidad institucional, no solo con cálculos presupuestario, Se exige que el presidente ejerza liderazgo sobre mas que obras, que lo haga sobre valores del Estado. Está a tiempo de rectificar el rumbo y tomar una decisión que honre la historia, fortalezca la institucionalidad donde haga entender que durante su gestión “ninguna provincia es descartable, ningún símbolo oficial es prescindible y que ninguna región merece que su memoria sea reducida a escombros”. Esa es una decisión política que el presidente no debe seguir postergando.

La gobernación no se muda.

La gobernación se restaura.


Por: José Peña Santana.

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