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3 de mayo 2024
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OpiniónRamón Antonio VerasRamón Antonio Veras

¡Ay! mi amiga se cambió

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1.- Sin ambages de ninguna clase; nada de rodeos. Fuera de todas divagaciones, pura y simplemente debo reconocer que cada día se afianza más en mi cerebro la idea de que el ser humano dominicano cambió y, a mi humilde entender, no para bien.

 

2.- No es cuestión de estar de santurrón; de chupalámparas, ni pretender ser una rata de sacristía, tragasantos, o un mojigato arrepentido.

 

3.- Es bueno dar testimonio, expresar con sana claridad aquello que motiva, llama la atención por una u otra razón. Hay que sincerarse, hablar claro, abrir el corazón.

 

4.- De entrada debo decir que, esa muchacha y yo, nos conocimos hace varios años, trabajando ella para diferentes canales y programas de televisión.

 

5.- La representación que en mi mente me formé de la joven a la cual he hecho referencia, es la de una persona que se sentía a gusto con las características con las cuales su madre la parió. Pero no fue así.

 

6.- Aquel modelo femenino natural que conocí, se ha transformado por entero. Su talle y disposición personal es otra cosa; modificó su configuración. La parte exterior de su cuerpo está, como no la conocía antes, nueva.

 

7.- El pelo de mi amiga era de color absolutamente oscuro. Lucía tener en su cabeza muchos finos azabaches. Ahora, la bendita mujer se ha teñido de rojo su antigua negra cabellera, y a veces la veo con una peluca azul de bolita, aquel que era utilizado para teñir.

 

8.- Además de colorearse el pelo, esa muchacha que conocí siendo una belleza de mujer natural por entero, también ha cambiado el color de sus ojos negros, por verde, pero tirando, como a más o menos, a un esmalte azul.

 

9.- Al observar con detenimiento a la amiga, me di cuenta, por el movimiento de sus pestañas, que se había sometido a una intervención quirúrgica. Al ella tanto pestañear me llamó la atención.

 

10.- Aunque mi amiga ha parido dos niños, a los cuales, según me dijo en una ocasión, ha lactado hasta los ocho meses, ahora tiene los senos paraditos. Sus tetas vistas por encima de su blusa, parecen los de una quinceañera, las de una teenager de la nueva ola.

 

11.- Mi camarada es toda una novedad hecha persona. Se ha convertido en un figurín, algo así como un invento, una representación gráfica de la que era cuando nos conocimos. Parece una pintura, partiendo de su porte hoy, y el de ayer.

 

12.- La barriga de mi amiga desapareció; su cintura está nuevecita, de cajeta. Su talle es otro. La disposición de su cuerpo es una obra de arte fruto de una costosa estadía en el quirófano.

 

13.- No sé cómo pudo mi amiga cambiar sus glúteos, anteriormente notoriamente aplastados, para ahora exhibir un nalgón. Tiene un trasero que cualquiera puede pensar que anda con sus posaderas rellenas de esponja.

 

14.- Qué pena me dio ver a esa mujer que conocí, muy recogida, siempre bien puesta, con el comportamiento propio de la formación que le dieron sus padres, pero que ya olvidó.

 

15.- Quise quitarle mis ojos de encima a mi aliada de antaño, pero quedé exaltado de ánimo cuando vi su brazo derecho grabado con un tatuaje.

 

16.- Lo que me quedó, luego de contemplar a mi paisana, fue reflexionar y concluir que ella ha querido ser, ya adulta, como deseaba haber nacido.

 

 

Por: Ramón Antonio Veras

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