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19 de diciembre 2025
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OpiniónFrancisco Cruz PascualFrancisco Cruz Pascual

Aulas e incertidumbre

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A la falta de certeza y a la falta de seguridad se le denomina incertidumbre. Las aulas de la escuela deben estar siempre montadas sobre el lomo de la incertidumbre, porque la falta de certeza hace que el individuo se esfuerce en pensar para buscar respuestas alternativas a las problemáticas que se le presentan como retos y desafíos de cada día. La ciencia y la técnica avanzan cuando rompen paradigmas y transforman realidades a través del derrumbe de algunas verdades científicas o de algunas formas de hacer las cosas. A través del tiempo los individuos y las instituciones han provocado cambios significativos en todas partes del globo, gracias a iniciativas que cuestionan “verdades científicas” y es por eso que se van superando las teorías y los principios científicos y técnicos, a través del tiempo.

La ciencia tiene la verdad hasta que aparece una teoría que derrumba esa verdad y crea otra.

Para trabajar en la incertidumbre existen aulas que se aproximan a la excelencia en las buenas escuelas, porque no existe certeza de conocimiento seguro en ningún tema humano. La escuela de calidad trabaja sobre la incertidumbre como una imposibilidad de predecir un evento futuro, para ver cómo nos hacemos una idea de lo que podría ocurrir mañana o pasado mañana, con el propósito de prevenir. La escuela de calidad ve el pasado para comprender el presente, analizando si algo ocurrió de la manera en que nos lo contaron en los relatos, porque sabe que los que tienen el poder escriben la historia que le conviene.

Las buenas escuelas son críticas, buscan acercarse a la verdad sobre incertidumbres, rompiendo límites y cruzando fronteras.

En ciencia no existe verdad, ella trabaja sobre la actualidad en teorías que pueden ser sustituidas por la innovación y el emprendimiento de los individuos y las instituciones. Entender la incertidumbre es importante para los individuos que buscan innovar y emprender, porque la incertidumbre se puede interpretar como una cualidad de la duda, de la desconfianza y de lo que no es cierto, pero, que no lo es, porque no se puede determinar a ciencias ciertas en la actualidad en que vive el sujeto o la institución.

La escuela universal tiene que cambiar, porque todo su entorno ha cambiado y ella se ha mantenido igual por los siglos de los siglos. La escuela ha contribuido con los miedos que padecen los ciudadanos comunes y en muchos casos, lo ha hecho con conocimiento de causa.

A través del tiempo, la gran mayoría los profesores han enseñado a sus alumnos a lidiar en forma timorata con la incertidumbre, convirtiendo la existencia de la duda, en una angustia que llena de tensión y aprehensión a los individuos. Eso tiene que cambiar en forma radical, para cambiar el tipo de ciudadano que hemos venido formando.

El individuo común necesita que la escuela le arme en carácter y en personalidad, para desde ese punto, ser eficaz ante los conflictos, esté listo para combatir seguro y decidido en un mundo que le presenta grandes retos y desafíos inciertos.

Debe ser de esa forma, para que pueda salir airoso en los momentos de crisis. La gente común está siendo manipulada en múltiples formas y no cuenta con las competencias, las habilidades, las destrezas ni las herramientas para salirse de los manejos de un mercado que le agobia y unas políticas que le acorralan y le llenan de múltiples miedos.

La escuela es la única esperanza del individuo común, porque es el único socializador democrático con puede contar. Pero, si la escuela no cambia y se actualiza, entonces, una parte importante de los ciudadanos estará desprovisto de competencias al respecto, y se convertirá en victima eterna de la incertidumbre que le vuelve carnada y lo reviste de fragilidad ante las agresiones de contexto.

La supervivencia del individuo humano necesita de un arsenal de respuestas para acceder a los medios existenciales, es decir, seguridad, trabajo, educación continuada, a la salud, al ocio, a la alimentación, a la orientación psicológica y sociológica, por sólo mencionar algunos ámbitos esenciales.

La escuela debe convertir a la incertidumbre en una poderosa herramienta para fortalecer el pensamiento, la seguridad y el carácter, entre otras cualidades del egresado.

Igualmente, la escuela debe trabajar para que los participantes de sus acciones áulicas y de laboratorios, puedan dominar el miedo en sus múltiples facetas, para que como actores estelares de la existencia humana puedan cabalgar detrás de respuestas a las problemáticas de su actualidad.

Las aulas de cada escuela deben convertir al monstruo de la incertidumbre en un poderoso aliado. Y debe ser de esa forma, para que los actores del mundo escolar crezcan como personas y logren saltar hacia la comprensión de los fenómenos que le rodean, que les desafían y le retan.

Pero, para hacerlo con éxito, deben hacerlo a través de una reflexión y un pensamiento capaz de edificar confianza interior y fe en el porvenir.

Por Francisco Cruz Pascual

 

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