Las irregularidades reveladas en la auditoría de la Cámara de Cuentas sobre las operaciones de la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA) son vergonzosas e inexplicables. Y si es una muestra fiel de lo que ocurre en muchas de nuestras instituciones públicas, es profundamente doloroso e irresponsable.
Esto ha sido un saqueo vergonzoso, bañado de sangre, como ocurrió igual en el Consejo Estatal del Azúcar (CEA) y la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE). Cinco muertos permitieron conocer estos desastres gerenciales.
Inaceptable que estas cosas ocurran de esta manera, sin los controles rigurosos y como si a nadie le importara. Así no se puede gobernar un país.