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31 de diciembre 2025
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OpiniónJosé Gregorio CabreraJosé Gregorio Cabrera

Antes de que te olvidemos carta póstuma a Leslie Rosado

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Querida Leslie,

Al escribir estas líneas ya no estás en este plano terrenal, pero por la fe que hoy se que compartíamos,
estoy seguro de que tu espíritu reposa junto a nuestro creador.

Tu vida fue cegada violentamente. Te mataron a sangre fría, sin mediar palabras, sin darte siquiera la
oportunidad, quizás, de elevar una plegaria final a nuestro Dios.

Pero tu asesino no fue sólo el que tiró del gatillo, tus asesinos (si, en plural) son todos los que por décadas
se han beneficiado de una Policía Nacional corrupta, carroñera, llena de vicios y torceduras.

Tus asesinos son quienes reciben el dinero ensangrentado de sus subalternos sin preguntar de dónde
viene. Quienes te mataron, son aquellos que han vivido como remoras de la pobreza de todo un pueblo,
haciendo de la miseria una cómoda pocilga para su avaricia.

A ti te mataron aquellos que han permitido que nuestros cuerpos policiales y militares se conviertan en
brazo ejecutor de las órdenes del narcotráfico y el crimen organizado. Ese gatillo quienes lo halaron,
fueron quienes se hacen de la vista gorda ante las inexplicables fortunas que amasan algunos
“Comandantes”.

Tus asesinos somos los que teniendo una voz nos hemos quedado callados, a ti, Leslie, como en una
especie de Fuenteovejuna retorcida, te matamos todos.

Leslie, para tu familia y amigos serás un recuerdo imperecedero. Serás el dolor en la costilla de unos
padres que han tenido que sufrir un hecho contra natura: sobrevivir la muerte de una hija.

Para quienes no te conocíamos, serás el espejo de la tragedia donde, al menos por un instante, veremos
reflejada a nuestras hijas, hermanas, madres y amigas.

Quienes a pesar de no conocerte, hemos sentido tu muerte como si se tratara de alguien muy querido, tu
recuerdo será duradero y aunque con el pasar del tiempo la bruma de lo cotidiano se instale entre nuestra
memoria y tu recuerdo, cuando se mencione tu nombre siempre sentiremos esa espina clavada en un dedo.

Para quienes tienen en sus manos el poder de cambiar las cosas, pasarás como un hálito de crisis, una
noticia terrible que se maneja con el consejo de expertos para minimizar su impacto en la popularidad
frente a la población.

Ojalá que tu vida, más que tu muerte, sea la chispa adecuada para provocar un incendio devorador e
inextinguible que reduzca a cenizas la maquinaria de muerte que hoy nos mantiene de rodillas y trémulos
de pavor.

Ojalá y sea tu paso por este mundo, más que tu partida, lo que nos obligue a dejar de mirarnos absortos el
ombligo para darnos cuenta que somos víctimas de nosotros mismos, que nos estamos devorando unos a
otros en este sistema de profundas injusticias e inequidades.

Ojalá Leslie, ojalá y antes de que te olvidemos, como triste pero indefectiblemente lo haremos, nos duelas
tanto que finalmente cambiemos.

Por José Gregorio Cabrera

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