La sociología tiene su ocupación en el estudio minucioso de los segmentos de la sociedad. Se trata de aquellas partes que constituyen el conglomerado social y lo hace desde el dinamismo con que se desenvuelven los procesos. El objetivo básico de este estudio busca comprender los modos en que cambia o no cambia la vida en la sociedad. Se trata de una ciencia social que desde el ámbito científico indaga las áreas sociales y humanas del conocimiento. Es una ciencia transdiciplinaria, que toma los saberes de diferentes disciplinas para comprender mejor la sociedad humana y sus complejidades.
Los sociólogos son importantes en la vida escolar, porque sus razonamientos entran en los enfoques antropológicos y los enfoques de las ciencias económicas, cuestiones básicas para un enseñante y un aprendiz.
En la escuela se necesita la cualidad sociológica de las perspectivas teóricas para comprender y explicar los fenómenos que se producen en la sociedad y así poder enfrentarles con éxito. Es que la sociología con sus competencias para trabajar sobre la totalidad social, es importante en la mejora del servicio escolar, porque la sociología puede ser un acompañante que agregue mucho valor al trabajo de los centros escolares y su búsqueda de eficacia en aspectos puntuales como (por ejemplo), la relación de la familia y la escuela.
Para la escuela es de suma importancia trabajar en hacer eficaz el comportamiento de la familia sobre su propio paradigma, como una forma de crear conciencia en el padre y en la madre acerca del rol de escuela y las responsabilidades de la familia en los procesos formativos de sus hijos.
La escuela debe hacer práctica su labor de vinculación social. La génesis de esa mejora relacional, es la familia. El objeto de un sociólogo escolar es trabajar la relación social de la escuela con la comunidad que le circunda en forma directa, iniciando por su acercamiento a la familia de sus alumnos. Se trata de aproximaciones teórico-prácticas que procuran explicaciones de las causas y significados de algunas conductas colectivas y generalizadas de falta de compromiso y responsabilidad con aspectos esenciales para la formación de sus propios hijos.
La escuela debe transformarse, porque necesita ser capaz de realizar vinculación efectiva con la sociedad de su contexto, como organización cualitativa tiene que procurar la modificación activa de la sociedad. Solo así tendrá posibilidades de obtener un mayor bienestar y podrá recobrar el reconocimiento social que ha perdido, al crear necesidades de cambio hacia la calidad social desde la escuela. Desde la mejora escolar reconocida por la ciudadanía, será posible ir creando las condiciones necesarias como preámbulo para exigir el diseño de políticas sociales innovadoras, con miras a la real optimización de los procesos académicos desde el Estado.
En un proceso de mediano y largo plazo, la escuela con la colaboración de un equipo de profesionales colaborando con su transformación intrínseca, puede lograr mejorar determinadas conductas sociales desde su propia autoridad.
Para ello deben ser elaboradas y aplicadas políticas sociales desde la microsociología hacia la macrosociología. La primera centra sus acciones en un proceso desarrollado “cara a cara” con los individuos y sus familias. La segunda coloca la mira en los sistemas sociales y de la población a gran escala, para colaborar con estudios y abstracciones teóricas, prestando atención a problemas estructurales de la sociedad, como una forma de mejorar las condiciones de vida de las personas.
La escuela como unidad social de servicio no es un asunto simple. Ella es una organización compleja que necesita de una gerencia capaz de relacionarse interna y externamente. Esa relación debe ir hacia el cumplimiento de objetivos para trabajar el cambio desde el análisis crítico de sus actores organizados en órganos académicos. Y estas unidades académicas deben ser capaces de emprender y proponer soluciones a sus propias crisis y a la de su contexto, no sólo exigir reivindicaciones particulares.
En ese sentido, la dirección de las escuelas tiene el deber de transformar su misión, visión y valores.
Desde las universidades y sus escuelas de educación, se debe rescatar el sentido crítico del educador. Para eso tiene que retomar la sociología educativa, para reprogramarla con una perspectiva fundada en el análisis del fenómeno educativo. Y desde ese análisis, profundizar el pensamiento del futuro profesor hacia la comprensión del papel de la educación en la sociedad y de su propio compromiso social.
Por Francisco Cruz Pascual
