Muchos ejercen la política acogiéndose a los deseos, e incluso, no son pocos a los que así les transcurre la vida sin dedicarse a construir sus proyectos. Desean que las cosas ocurran como quisieran que fueran, pero hacen muy poco para hacer que sucedan.
Viven de los sueños, aunque estos en la realidad solo son las referencias de las cosas que nos entusiasman y a los que debemos dedicarles muchas horas y en ocasiones, casi la vida. Así se construyen nuestros sueños y mientras más hermosos mucho más nos cuestan.
Hay quienes están asumiendo que en el país hay un colapso del sistema político dominicano y que de ahí surgirán figuras salvadoras, tal como ha ocurrido en otros países en que la crisis se ha llevado de paro los partidos tradicionales. Pudiéramos decir que aquí hay elementos que nos conducen a eso, pero aún no estamos frente a una quiebra del sistema político nacional.
Es claro que la posibilidad de una opción política alterna y confiable tiene que construirse sobre la base del trabajo sistemático, el desprendimiento y con astucia para alcanzar conectar con una mayoría que haga posible los cambios que esta sociedad necesita. Lo otro es vivir colgado de los sueños.
