Hoy 24 de mayo se cumplen catorce años de la gran riada o arroyada del Arroyo Blanco, Soliete o soleir, como algunos le llamamos a ese portentoso arroyo que un mal día, sorprendió a las dos naciones que pueblan la isla la española con una avalancha de aguas, sedimentos, maderas, piedras y todo a su paso en dos poblaciones de ambas naciones, Soliete en Haití y Jimanì en república dominicana.
Màs de 220 milímetros de aguas en precipitaciones acumuladas en 12 horas, de 8 de la noche del domingo a 8 de la mañana del lunes 24 de mayo 2004, fueron el ingrediente devastador, aderezado por la caída sobre montañas desforestadas con cerca de dos mil metros de altura sobre el nivel medio del mar, conducidas al través de la senda de un arroyo con 150 kilómetros de curso, según se le atribuye, el arroyo Blanco.
Con 400 muertes de Jimanì y decenas o centenas de ilegales en tránsito por la zona fronteriza y la muerte de innumerables nacionales haitianos en su población Soliete, es la cadena de muerte humana, con tendencias a más que a menos con la que amaneció el mundo el trágico amanecer del 24 de mayo 2004.
De más de novecientas viviendas estimadas en ese lugar de Jimanì sobrepasaron las seiscientas destruidas, animales domésticos o no, flora y fauna, valga la redundancia, fueron la panorámica dejada por la tragedia de la cual no vemos nada realizado por el hombre que nos de la tranquilidad de su no repetición.
Màs, vale significar que esa avalancha de sedimento cambió el sentido de las infiltraciones del referido arroyo, y estas a su vez recargaron con sus derivaciones al sur la laguna de el Limón, seca en su totalidad al día 24-5-2004; la parte vertida por el arroyo hacia el este siguieron su curso al lago Enriquillo a su paso por el despoblado con anterioridad pueblo de los Blancos, mientras que las aguas derivadas en sentido norte crecieron de forma inusitada y prolongada el lago Azuei ò ETANG Soumatre.
POR JOSÉ ANTONIO MATOS PEÑA