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20 de abril 2024
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OpiniónMiguel ColladoMiguel Collado

Yo escuché los disparos que segaron la vida de Orlando Martínez

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In memoriam a

Orlando Martínez Howley

en el 47 aniversario de su vil asesinato.

 

 

Era común, durante el nefasto gobierno de los 12 años presidido por Joaquín Balaguer (1966-1978), que la muerte nocturna visitara hogares donde jóvenes indefensos, solo armados del espíritu libertario y contestatario, dormían. Solo por ser opositores a ese régimen eran asesinados en sus camas ante las aterrorizadas miradas de sus padres, de sus hermanos.

Y bajo la influencia de esa oprobiosa atmósfera fue que escribí y publiqué mi primer poemario: Pesada atmósfera (diciembre de 1976). No por temor lo firmé con el seudónimo de «Leugin Oinotno». No por eso, sino porque desde mi tierna adolescencia, quizá a los 13 ó 14 años de edad, ya había decidido invertir mis nombres de pila —Miguel Antonio— para obtener un nombre que me pareciera más literario. Algo muy «a la usanza provinciana», como me dijera años más tarde mi maestro y amigo Manuel Mora Serrano mientras cenábamos con una rica carne de manatí en un restaurant de su amado San Francisco de Macorís. Fue o en 1980 o en 1981.

Lo cierto es que no tan solo el título de ese mi primer libro está en correspondencia directa con el ambiente político de esa época. También la esencia temática del mismo: «Con su Pesada atmósfera Léugin Oinotno —que así quiso llamarse— nos trae un hontanar de bellezas y verdades dolorosas», dice el periodista Rafael Abreu Ortiz en el prólogo de la obra.

Dolorosa fue la muerte del brillante periodista y pensador Orlando Martínez Howley la noche del 17 de marzo de 1975. Mis oídos inocentes escucharon los disparos mientras recibía un examen de Física 011 en una de las aulas del Colegio Universitario (CU) de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Comenzaba a caer la noche. El ruido de esos disparos asesinos provenía de la calle  José Contreras con Alma Mater. Pero era normal que en las noches capitalinas eso pasara. Nos habíamos acostumbrado a vivir bajo el terror, a buscar en los periódicos del día siguiente las fotos de las víctimas baleadas. Fue así que supe que aquellos disparos habían puesto fin a una de las mentes más lúcidas y prometedoras de la juventud dominicana de entonces: Orlando solo tenía 31 años de edad.

Pero el asesinato vil de su hermano Edmundo Martínez Howley —nueve meses después: el 17 de diciembre del mismo año de 1975— a manos de matones al servicio del balaguerismo, causó un impacto casi igual en la sociedad dominicana; fue motivo de indignación porque se interpretó como el ensañamiento de un gobierno despótico contra una familia, algo muy propio de la tiranía trujillista de la que Balaguer fue uno de sus ideólogos más prominentes. Y fue precisamente a raíz de ese segundo crimen perpetrado en esos días por los sicarios oficialistas que escribí el poema que le da título al citado poemario:

 

Pesada atmósfera

 

El aire tiene temor.

Se ausenta y nos deja.

Se va.

Estamos solos, sin aire.

No se puede respirar así.

Las bayonetas lo asustan, lo neurotizan.

Por eso se va.

«¡Vuelve!»

No vuelve.

Se ha ido.

Pesa el vacío y aumenta el vacío.

Hay plomo en el ambiente.

También muerte… y sangre.

Se siente el olor a silencio

Y a sepulcro.

Y no vuelve el aire.

 

1976

 

Otro poema contenido en Pesada atmósfera, que refleja esa represiva realidad vivida en República Dominicana durante el régimen de los 12 años, es el titulado No vale ni una brisa en mi país la vida:

 

No vale ni una brisa en mi país la vida

 

No, no vale ni una brisa,

en mi país, la vida.

Cualquier esquina puede ser el escenario

de tu muerte o el motivo

para tu mundo aislarte,

Y es cuando entonces te exilan

en las mazmorras

o en el silencio de ultratumba.

No, no vale ni una brisa,

en mi país, la vida.

Los arboles han aprendido a decir una verdad

que más implica una mentira.

Ya los hombres se comen

«los unos a los otros»

y no se miran como amigos:

¡ahora son feroces animales!

¡Claro! Pero es que…

No, no vale ni una brisa,

en mi país, la vida.

 

1976

 

Orlando Martínez Howley, periodista de una vertical conducta ética y de avanzado pensamiento político,  nació en el municipio de Las Matas de Farfán, provincia de San Juan, el 23 de septiembre de 1944, por lo que hoy tendría, de estar vivo, 78 años de edad. Tal como denunciara su compañero de partido, el dirigente comunista Narciso Isa Conde, su muerte fue producto «de un crimen político con características de asesinato de Estado, planeado y ejecutado (en un período de ejercicio del terror político), desde las altas esferas policiales-militares del régimen balaguerista de los doce años».

 

Por Miguel Collado

 

 

 

 

 

 

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