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19 de abril 2024
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OpiniónHumberto SalazarHumberto Salazar

¿Y quién devuelve a esas personas la dignidad?

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En el día de hoy veremos, leeremos y escucharemos, todo tipo de análisis, consideraciones jurídicas, habladurías de abogados, es decir, todo lo que estamos acostumbrados vivir cuando hay un caso en los tribunales que llama la atención de la opinión pública, muy especialmente uno de los mas sonados de la historia, la confesión de pago de sobornos de la constructora Odebrecht.

Sin embargo, a nosotros nos gustaría llamar la atención, sobre la tortura que sufrieron un grupo de dominicanos, que vieron sus casas invadidas por policías armados, víctimas de un aparataje innecesario y abusivo, fueron vejados, avasallados y recluidos en cárceles inmundas; en fin heridos emocionalmente en lo mas profundo de su ser.

Hoy nos preguntamos si había necesidad de someter a personas de nombradía en la República Dominicana, a la vergüenza de ver como eran rodeados frente a sus esposas, hijos, nietos; por agentes de la policía y fiscales, cuando a fin de cuentas hoy escuchamos que no tienen nada que ver con los sobornos que entregó la compañía Odebrecht en nuestro país.

Porqué la Procuraduría General de la República uso una metodología cavernaria y atrasada, vejatoria del pudor y buen nombre de las personas que hoy dice que no hay pruebas contra ellas, cuando puedo tranquilamente realizar sus investigaciones, sin necesidad alguna de armar el show que vivimos hace mas un año cuando amanecimos con los programas de televisión ¨metidos¨ en las casas de esa pobre gente.

Y decimos pobre, no porque lo sean en el sentido estricto de la palabra, mas bien porque hay que ponerse en la piel de los ocho llamados eufemísticamente ¨encartados¨, para imaginarse el impacto que ha tenido sobre sus vidas, algunos incluso padeciendo de enfermedades que comprometen su vida en el futuro próximo, al verse señalados durante todos estos meses como delincuentes y ladrones, solo porque fueron mencionados por un ejecutivo de Odebrecht que ni siquiera tuvo los pantalones de volver al país.

Hoy es posible que algunos de ellos estén felices al estar fuera del expediente, pero nunca en lo que les queda de vida van a olvidar que fueron ingresados a la cárcel del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, que por unos días sus nombres se convirtieron en sinónimo de mafia delincuencial, que eran llevados en volandas por el malecón con toda la prensa detrás como si se tratara de un grupo de terroristas o narcotraficantes de la peor ralea, hacia la augusta sala donde los esperaba el Juez Ortega.

¿Había alguna necesidad de hacer algo así?

Lo cierto es que este país no puede ser servido en justicia por el rumor público, el decir de alguien o la necesidad imperiosa que tienen algunos fiscales de ver aparecer sus nombres en los periódicos o las pantallas de televisión como si fueran vedettes de los medios de comunicación.

Hay que sopesar muy bien lo que se hace desde la montaña de una posición en la justicia pues habría que tener en cuenta que se juega con la dignidad, la moralidad y el buen nombre de familias enteras, ese relajo tiene que terminarse para que de verdad podamos ser llamados un estado social y de derecho, que la verdad es y visto los hechos, nos faltan un montón de años para llegar a ello.

Ahora que fueron presentadas pruebas, que todavía tienen que pasar por el cedazo de los jueces para ser aceptadas, contra solo 6 de los perseguidos desde el inicio a lo que se agrega uno mas que el rumor publico siempre dijo se quedó esperando al aparataje policial en su cada, es pertinente advertir que todas esas personas son inocentes hasta que un juez dicte una sentencia condenatoria.

Esto para que no se comiencen a alzar las voces de siempre, algunas gargantas verdes ya comenzaron con el jueguito, de pedir que esas personas sean llevadas a la cárcel, como si de cumplir condena anticipada se tratara, porque aunque a muchas personas alguno le caiga mal o no le guste su cara, la presunción de inocencia es un derecho fundamental de un acusado de haber cometido un ilícito penal.

Y es que aquí a los moralistas, que la mayoría de ellos no son mas que sepulcros blanqueados, lo que mas les gusta es pedir condena de cárcel, llamar ladrones, hablar de mafias, hacer galas de una honradez que tendría que probarse el día que les den algo que no es suyo a administrar, cuando la privación de libertad debería ser el ultimo recurso que se ejerza contra un acusado, sobretodo si es una persona conocida la cual no podrá ir a ningún lado hasta que se le dicte sentencia en un juicio.

Lo mejor que harían quienes investigaron estos hechos, es ahora presentar de un modo profesional lo que tienen delante de los jueces, de modo que estos puedan evaluar de forma imparcial a quienes son parte del expediente y que continúen en libertad para preparar su defensa con sus abogados, es decir, cumplir con el deber de defender los intereses de la sociedad sin llegar a hacer un show mediático de un juicio que determinará las vidas de las 7 personas encausadas.

El daño moral ya esta hecho, sería mejor que no lo profundicemos, nadie les va a devolver los meses de angustia, el escarnio publico a que fueron sometidos, la vergüenza quizás por las dudas de sus mismos familiares, el deseo de venganza de grupos aislados de la sociedad, la propaganda feroz en los programas sensacionalistas que abundan en los medios de comunicación de un país acostumbrado a la superficialidad y al chismorreo permanente.

Nos vamos a quedar con la frase que mas nos llamó la atención de todo lo que se dijo ayer en la rueda de prensa de la Procuraduría General de la República: ¨el hecho de que una persona sea investigada no significa que tiene responsabilidad penal¨ ¿Y entonces? ¿Porque diablos se trató a esas personas de ese modo? ¿Si a cualquiera se le ocurre mencionar a alguien y esto amerita una investigación hay que maltratarlo y vejarlo?.

¡Deberíamos revisarnos como sociedad! ¡Con el buen nombre de las personas no se juega a los detectives y bandidos!

¡Eso es para muchachos!

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Por Humberto Salazar

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