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19 de abril 2024
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OpiniónCarlos Martínez MárquezCarlos Martínez Márquez

Viviendo en el presente pero añorando el pasado

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’La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos; y gracias a ello, logramos sobrellevar el pasado’’. Gabriel García Márquez

Si bien es cierto que el presente es lo único real, no es menos cierto que el pasado es un componente para utilizarlo como trampolín hacia un porvenir mejorado. Las épocas son cíclicas y ningunas guardan similitudes entre sí. A cada quien le toca distintas emociones y experiencias; es como si la vida nos presentara una caja de bombones, que no sabemos cuál nos toca. Y que en esas opciones existen diferentes sabores que se ajustarían a nuestro paladar.

La combinación de ambas estaciones como lo es el pasado y el presente, ciertamente determina nuestro futuro, dependiendo como lo vayamos construyendo. El futuro es un acertijo, porque no lo conocemos; el presente no existe en la medida que permanece en nosotros, el pasado; que si analizamos minuciosamente, estaríamos advirtiendo que todas nuestras vidas, nuestras acciones y nuestras emociones, giran en torno al pasado. Las personalidades nuestras son las consecuencias de los más breves instantes de un pasado que fue presente.

En estos tiempos, hay gente, que asegura que lo más importante es el efímero presente. El mismo se comporta de manera fugaz, y que de él depende nuestro futuro, de modo, que debemos darnos cuenta, que el presente hay que vivirlo y sentirlo cada segundo, y apurarlo. El tópico tratado, de lo que es el presente (per se), no existe, porque es efímero y no tiene tiempo de ‘’Ser’’ y de inmediato pertenece al pasado. Me remito al pasado porque es lo que realmente me impulsa a revitalizarme, de que en mi memoria hay registros importantes, que documentan, día a día mis acciones que me ayudan a permanecer en el tiempo. El  aire que respiro es distinto al de ayer, los gustos y preferencias, constituyen, un clásico placer que gravita todo el tiempo en las tradiciones.

Prefiero un pasado puro, sin tantos recursos, que hoy día, nos absorben y nos roban el tiempo, para poderlo dedicar a lo que más importa: a la sencillez y lo elemental, que nos da la calidad de vida necesaria, para que nuestra salud mental, sea el eje principal que nos vaya dictando una consciencia nada traumática. Sigo, desde siempre, aferrado a mi pasado, porque por él, vivo y lucho todavía. Aquellos años maravillosos, no los cambio por nada que tenga que ver con el presente, y mucho menos por el futuro. Sigo arraigado en mis gustos por la buena comida criolla, que es la que me ha dado, hasta el momento, una salud impecable, por la buena música de la época, que me dio la experiencia, para así, marcar distancia de lo que es bueno con relación a todo lo demás.

Mis años maravillosos, estuvieron marcados por las buenas costumbres, la disciplina, por el buen comportamiento y respeto al ciudadano, al anciano, a los niños y adultos. Hoy el presente está lleno de nostalgias, un breve espacio que marca desahucio y desprecio por la vida y la falta de autoridad que nunca ha estado presente, para asumir con responsabilidad, el liderazgo de ser nuestros ‘’modelo a seguir’’, como nos inculcaron nuestros ancestros. Gracias a la familia que ayer tuve (la que me vio nacer), puedo exhibir un comportamiento basado en el respeto, el amor, y cariño hacia los demás; especialmente, a las mujeres, que han tenido que ver en mi evolución  integral e intelectual.

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