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18 de abril 2024
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3 min de lectura Una mirada al presente

(VIDEO) ¡Horror en la 27! Mira lo que pasa

(VIDEO) ¡Horror en la 27! Mira lo que pasa
El tramo, entre la Duarte y la Cámara de Cuentas, es una pesadilla.-
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EL NUEVO DIARIO, SANTO DOMINGO.- El cuadro es un horror: inundaciones, filas de pasajeros, conductores temerarios, vehículos que hacen maromas y se esquivan uno a otro. Todo ello y mucho más asoma a diario en la avenida 27 de Febrero, entre la Duarte y la Cámara de Cuentas, en la Capital.

Ese cuadro dramático tiene dos razones: cráteres en el pavimento y filtrantes tapados; y es agravado por las lluvias. En efecto, las precipitaciones -y recientemente cayeron a borbotones- ahogan el lugar y los pasajeros tienen que apiñarse en filas, a la espera de carros del concho. Los dos tramos -la avenida principal y su marginal, separadas por el elevado- quedan sepultados durante días, y esto irrita aún más a choferes y peatones, todos apremiados por el tiempo y tragados por las inundaciones. Así pues, un enorme elenco de empleados, transeúntes, comerciantes y pasajeros permanecen atrapados, y el entorno se vuelve una pesadilla.

Hay dos paradas: una de carros y otra de autobuses que viajan al Suroeste, ese jardín profundo y exuberante. Los autobuses giran a la izquierda -si lo observas de Este a Oeste- y los carros también, a través de una verdadera proeza. El pavimento, sepultado por las aguas, dificulta la maniobra y retrasa a los atolondrados pasajeros que dejan escapar sus quejidos. No pocas veces los carros, listos ya para arrancar, deben esperar que los autobuses terminen de girar y les permitan avanzar.

Yo lo viví. Tuve que esperar 40 minutos, metido en una tediosa fila, y los vehículos casi me salpican. Mi experiencia casi termina en un baño de aguas sucias y malolientes. Pero tuve suerte: pude observar más de cerca la situación, captando imágenes y compartiendo la angustia de la muchedumbre. Ahora sé la impotencia que se siente y ya puedo contarlo. Mi vivencia no acabó ese día, pues es una pesadilla diaria, recurrente, que debo vivir cada día. Soy un testigo diario del horror.

Los cráteres, grandes y enormes, agravan la situación y crean un pandemónium. En realidad, el horror abunda por doquier: el país es poco menos que una selva vehicular. Claro, esa selva es más animalesca en el contorno de la Duarte, donde hay muchos animales al volante.

Esos hoyos provocan maniobras de los conductores: guagüeros, motoristas, carreros, deben esquivarlos y casi se embisten unos con otros. No es difícil descubrir la ley del más fuerte y la fuerza de la sinrazón. Todo es un caos.

Los filtrantes están abarrotados por la avalancha de basura que se genera en la zona, tan comercial como populosa. Repito: todo es un caos.

Me horroriza la indiferencia de las autoridades, que prefieren ver el centro de la ciudad antes que la periferia. Reconozco que la Ciudad Colonial es la madre de América y su primicia más eminente, pero hay otros espacios y otras gentes.-

 

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